Por: José Alberto López Álvarez, profesor de Castellano-Magíster Educación Municipal de Los Andes
Iniciamos un nuevo año lectivo. El mes de marzo, con sus ajustes y afanes, marca nuevamente un nuevo ciclo en nuestras vidas. Las calles, plazas, escuelas y liceos se vuelven a impregnar de esas voces y esa energía juvenil que cuán bálsamo alquímico revitalizan el ambiente. Y usted, señor profesor, señorita profesora, retoma sus textos, sus útiles, los programas y planes de estudio con ciertas relevantes modificaciones de algunos expertos exógenos, especialmente en la educación técnico profesional. ¡Ah, los programas y planes de estudio! ¡Cuánto énfasis hay en ellos sobre conocimientos, habilidades y competencias! Son necesarias, no lo vamos a discutir, para el complejo modelo contemporáneo occidental (no sé si cristiano). Sin duda se necesitan hombres y mujeres capaces de desempeñarse conceptual y procedimentalmente en las diversas actividades del modelo socio político económico imperante. Al respecto, no hay discusión posible y debe ser así y el sistema educativo no puede fracasar en esto.
En una dimensión explícita menos relevante que la anterior (es mi percepción), los programas y planes de estudio también hablan de los OFT (Objetivos Fundamentales Transversales) definiéndonos como “aprendizajes que tienen un carácter comprensivo y general y apuntan al desarrollo personal, ÉTICO, social e intelectual de los estudiantes”. No son exclusivos de ningún subsector de aprendizaje, sino son transversales y como tal deben promoverse a través de las diversas disciplinas y en el quehacer educativo de la institución propiamente tal.
Como educador pienso y siento que hoy por hoy aquí está nuestro principal desafío. En una sociedad que avanza demasiado rápido en todo, sin mucho espacio para reflexionar, ¡es esencial seguir recordando a los jóvenes que la libertad implica responsabilidad, que el otro también existe, que el respeto y la justicia no se transan! En el Chile de hoy, impregnado de colusión, mentira, violencia sicológica, casi sin referentes axiológicos positivos, usted Sr. profesor, usted Srta. profesora, constituye la reserva moral de la nación y la esperanza de una humanidad digna de denominarse como tal. Esfuércese por demostrar y enseñar que a pesar de todo (incluso de sus legítimas frustraciones), aún es posible el amor, la justicia, la paz, la construcción de un país sin falsedades. La educación de nuestros jóvenes debe centrarse sin duda alguna en enseñarles valores universales y atemporales y usted es el encargado (a) de transmitirla. Esto es lo esencial. Si falla en esto, la humanidad habrá fracasado.
Que en este año escolar 2016 nos vaya bien. Ojalá que los resultados Simce sean buenos y/óptimos y que nos regocijemos por los logros conceptuales y procedimentales de nuestros educandos. Mas, ojalá también que lo actitudinal-ético se optimice en nuestras escuelas y liceos, que se atesoren el verdadero cariño, los conceptos del respeto, la tolerancia, la transparencia, tanto a nivel de autoridades educacionales como de estudiantes, padres y apoderados, docentes directivos y técnicos, personal administrativo, paradocente y auxiliar. Sólo así Chile será un país de justicia.
Finalizo estas escuetas ideas con una carta que un residente en el Uruguay, el Sr. Ariel Novinsky, envío a un profesor y cuyo contenido demuestra tajantemente cómo la ausencia de lo valórico llega a la más absoluta deshumanización, sin importar la cognición superior, ilustrada y cartesiana.
“Querido profesor:
Soy un sobreviviente de un campo de concentración nazi. Mis ojos vieron lo que ningún ser humano debiera testimoniar: cámaras de gas construidas por ingenieros ilustres, niños envenenados por médicos altamente especializados, recién nacidos asesinados por enfermeras diplomadas, mujeres y bebés quemados por gente formada en escuelas, liceos y universidades.
Por eso, querido profesor, dudo de la educación, y mi experiencia me señala que EN ELLA HAY ALGO QUE NO FUNCIONA; como ser humano le formulo un pedido: ayude a sus estudiantes a volverse humanos. Su esfuerzo, profesor, nunca debe producir monstruos eruditos, cultos sicópatas y Eichmann educados. Leer y escribir son importantes conocimientos solamente si están al servicio de hacer de nuestros jóvenes seres MÁS HUMANOS”.
Exitoso 2016, querido profesor, querida señorita.