Por: José M. Caerols

Que decir, los hechos hablan y dan una clara lección a los que quieran ver, allí lejos de organismos e instituciones burocráticas especialmente preocupadas de los derechos de los que están o actúan fuera de ley, el delincuente; se preocupan prioritariamente de aquellos que trabajan , que respetan y que quieren una vida de paz y prosperidad, defendiendo como era lógico, decidida y claramente a las víctimas de la delincuencia, sus clientes y ellos mismos.; todo ello ocurre al interior de la Vega Central en Stgo., aquí sin agenda corta o larga , sin presunción de inocencia y con un equilibrio natural entre los derechos y los deberes de las personas demostrados en los hechos y donde administradores, locatarios y trabajadores de ese centro comercial además de gran organización y participación de todos tienen la delincuencia a raya. Allí no parece haber procesos burocráticos, ni mayores leyes que lo básico, y especialmente aquella fundamental y básica llamada “ el que la hace la paga “, y al tirito, allí solo están preocupados de trabajar, de la gente que trabaja allí y sus clientes, gran lección para el país en general, los políticos, poder judicial, gobierno, soñadores aun sin despertar y diferentes organismos influyentes que no logran la eficiencia necesaria para ello donde con todas las leyes disponibles y muchos administradores timoratos y otros tantos teóricos sin fundamento imbuidos de una verborrea de conceptos, ilusiones y otros, pretenden controlar éste flagelo, sin embargo solo han llevado a nuestra sociedad al borde del colapso con una pérdida de calidad sin precedentes en nuestra historia. En la vega central, “el control de identidad”, el control al sospechoso es claro y tajante y el que no lo entiende recibe una paliza bien merecida, sacándole cresta y media y terminado el cuento, allí sí se puede hablar de justicia real pues los pies están en la tierra; allí los derechos mal entendidos y los tribunales inoperantes al parecer quedaron en el pasado. ¿Era tan difícil de entender?, no, era obvio.

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