Por: Rodrigo Duran Guzmán
El viernes 18 de octubre, sin lugar a dudas, quedará en la historia como el antes, el durante y el después de nuestra sociedad en democracia. Es tremendamente interesante de analizar el fenómeno social que se está dando. La gente, la ciudadanía, ha cambiado la resignación por la movilización, por la manifestación social. Una que va más allá del alza de $30 pesos en hora punta del metro. La sensación mayoritaria apunta a años de abusos, de una clase política incompetente que no supo estar a la altura de los desafíos, incapaz de valorar la importancia de la palabra empeñada y de responder a las urgencias ciudadanas con visión de país. El mensaje de la gente hacia los políticos es claro: no les creen nada, no hay confianza en ellos, sean del sector político que sean. Pero, en este escenario, no todo es negativo. Porque ha quedado en evidencia que las personas si confían en las personas, en sus vecinos, en sus comunidades. Lo anterior genera que estemos ante un escenario donde comunitarismo, sociedad y cohesión cobren relevancia, dando una señal clara de que cuando la gente se organiza los cambios sociales se producen. Lo anterior, se pasó, es un KO rotundo para políticos egoístas y ambiciosos, que pudieron haber servido a las personas, pero optaron por servirse a sí mismos. Ojalá, algún día, entiendan que todo esto es solo producto de la irresponsabilidad de ellos, no de la ciudadanía.