Ivonne Maldonado, Directora Carrera de
Psicología Universidad de Las Américas
Pese a que se han concretado algunos avances en hacer valer los derechos de la mujer, aún no se dimensiona en su totalidad la sobrecarga que conlleva el rol femenino, y la sobreexigencia asociada a que una “súper mujer” es capaz de resolverlo todo.
En contexto de pandemia la situación se agudiza, ya que la corresponsabilidad es aún un concepto lejano en muchos hombres que no logran desempeñar funciones, tareas y responsabilidades asociadas a la crianza y al cuidado doméstico, lo que trae como consecuencia un desgaste físico, emocional y cognitivo de las mujeres que deben ocupar una multipresencia sin lograr disfrutar de la maternidad como se debiese.
En este contexto el principal desafío es asumir que no se puede resolver todo, buscar apoyo en las parejas, exparejas o redes que permitan descongestionar la multiplicidad de funciones y así lograr organizar los tiempos, de tal forma que se permitan espacios de juego, conversación o solo estar con los hijos e hijas, disfrutando de esos momentos que tanto se aprecian. Es tal la relevancia de la maternidad que como sociedad debemos hacernos cargo de un maternal funcional, incorporando el enfoque de género en las políticas públicas que sostenga el trabajo productivo y reproductivo de las mujeres desde la equidad.
Por otra parte, es importante tener presente que el embarazo es una experiencia maravillosa, pero que también se asocia a mucha incertidumbre sobre todo en mujeres que lo viven por primera vez, y si a ello le sumamos el contexto de pandemia, es fundamental el cuidado de su mundo interno conectando con emociones positivas de confianza, calma, alegría y gratitud.
En el caso de mujeres con niños pequeños, es importante considerar que en los primeros años de vida es esencial generar un vínculo seguro y para ello se requiere de una madre presente física y emocionalmente. Las mujeres con posibilidad de teletrabajo se encuentran en casa muchas veces a través de una presencia ausente, lo que es percibido por el niño, quien necesita sentirse seguro y contenido. Entonces surge el desafío de intentar organizar las distintas labores, generando rutinas e intervalos de tiempo dedicados exclusivamente a disfrutar del vínculo, ya que lo demás puede esperar.