Por: Carlos Guajardo, académico Facultad de Educación, Universidad Central
El 1 de abril del presente año, fue publicada en el diario oficial la Ley 20.903 la cual crea el nuevo Sistema de Desarrollo Profesional Docente, y cuyo objetivo central es reconocer a la docencia como una profesión altamente compleja y desafiante. Ello en el marco de las nuevas reformas educacionales que se ha impuesto el gobierno de la Nueva Mayoría. El nuevo sistema, augura una serie de modificaciones que pretenden enaltecer el rol del profesor hoy en día, y el que tendrán quienes se inician en su formación inicial docente.
Entre los desafíos que plasma este nuevo sistema docente figuran: nuevas exigencias a quienes deseen ingresar a estudiar pedagogía a partir del año 2017 y con una progresión en la exigencia de los requisitos al 2023; mejorar las condiciones laborales de los docentes a partir de una escala de remuneraciones acorde al nivel en el cual se ubiquen; un aumento gradual de las horas no lectivas; acompañamiento a través de un tutor durante los primeros años que se ejerza la docencia y el fortalecimiento de la educación continua a través de programas ofrecidos por el mismo Mineduc.
¿Serán estos desafíos el puntapié para mejorar el esfuerzo que realizan a diario nuestros profesores/as a lo largo de nuestro país?. Para quienes ejercemos la docencia hace ya un tiempo, quizás el nuevo sistema podría representar una valoración para la profesión, más aún, cuando ésta ha sido tan poco considerada por determinados sectores políticos y de poder en la historia de Chile. Si bien, se habla de la importancia del rol del profesor en la formación para la vida, por años se ha sembrado desconfianza y falsas promesas para el sector del profesorado, lo que ha implicado: desmotivación por el ejercicio de la docencia, desinterés por estudiar carreras de pedagogía, agobio laboral en muchos de los profesionales de la educación y ausencia de un acompañamiento efectivo en la renovación de metodologías de enseñanza – aprendizaje.
Ahora bien, esta nueva política ¿vendrá de la mano con propiciar mejoras en la calidad de la educación en Chile?; podríamos pensar que sí, puesto que la ley pretende regular elementos que son necesarios en el ejercicio de la profesión docente y que recaen en mejorar aspectos vinculados con la calidad de la educación que reciben nuestros niños/as y jóvenes de nuestro país, tales como: aumento en las horas de preparación de las clases y material didáctico – tan necesarias para los docentes que hoy deben planificar sus clases y revisar evaluaciones fuera de su horario laboral -, calidad y pertinencia en los programas de formación continua ofrecidos gratuitamente por el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP), mayor atención hacia aquellos docentes que se desempeñan en establecimientos municipales y con altos índices de estudiantes prioritarios, fortalecimiento del trabajo colaborativo entre los docentes con la finalidad de constituir comunidades de aprendizajes, acreditación de carreras de pedagogía a cargo de la CNA y no de agencias acreditadoras como lo eran hace un tiempo.
Aún es temprano para vaticinar el impacto que podría generar este nuevo sistema de desarrollo profesional docente, por ahora deberemos esperar los resultados que nos ayuden a comprender que el rol del profesor en Chile debe ser dignificado como cualquier otra profesión que se considera compleja; si es que el ser profesor en el siglo XXI no es otra cosa que la profesión más compleja de todas las que ya existen.