Destrás del servicio público

Destrás del servicio público

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Por: Eugenio Astudillo Leal, Contador

“Todo aquel que ambiciona poder ya ha vendido su alma al diablo” (Goethe. – Poeta y Dramaturgo alemán). “Para quienes ambicionan el poder no existe vía media entre la cumbre y el precipicio (Tácito – Historiador Romano). Así podríamos estar toda la mañana, el día, la semana, el mes, tratando de explicar que mueve a ciertos individuos, a disputar día a día cuotas de poder en todas las actividades humanas en que participan. Existen muchas personas que nos rodean habitualmente que darían su vida por ser distinguido con algún título que los haga sobresalir sobre los demás; El Capitán del equipo de futbol, El jefe de vendedores, el director de la junta de Vecinos, el presidente del Centro de Apoderados, el que controla las entradas, el guardia de seguridad de un evento, etc. Cualquier cosa, pero que sea algo que lo identifique y que le de una pequeña cuota de poder sobre los demás, aunque sea en forma ocasional.

En los cargos representación popular la obsesión es la misma pero aumentado en un cien por ciento. Para conseguirlos todos se ponen el traje de la vocación del servicio público escondiendo como pueden, que lo realmente persiguen; a ojos de todos, es usufructuar del poder que les da “el servirse de lo público”. Es tanta la pasión que le inyectan a sus dichos para conseguir ese objetivo, que hasta ellos mismo creen que las mentiritas que deben expresar en sus candidaturas son verdades, o que la solución de todos los problemas que tiene la comunidad, están bajo su futuro ámbito de control. El contenido y la calidad de sus promesas no importan, porque sus metas son lograr la tan ansiada cuota de poder, necesaria para su ego, que lo hará diferente o mejor que los demás, en este caso sirviéndose de lo público.

El problema descrito es universal, transversal, de izquierda a derecha, de cura a obispo, de diputados a senadores, presidentes y ministros, de creyente a pastor, y en este año, en forma especial, es el drama de concejales y alcaldes, o los que quieren ser.

Por lo que leí en el en este mismo periódico hace días atrás, me di cuenta que todos los conglomerados políticos de nuestra comuna son un gran referente de unidad de ideas y buena relación, y en esta férrea confraternidad llevan; como ejemplo, a 6 o 7 candidatos a Alcalde, en el caso de Los Andes. Todas caras repetidas, Todos con alguna historia pública haciendo carrera en cargos anteriores o buscando repetirse en el mismo, pero todos también convencidos que son los mejores y que con sus ideas y proyectos van a cambiar la ciudad, ahora, desde este nuevo cargo público que buscan que les den. Los anteriores puestos ocupados fueron de entrenamiento, hoy ellos son las nuevas recetas para esta sabrosa torta de poder. A los andinos no nos deben caber dudas que estos repetidos postulantes todo lo van a cambiar si son elegidos, pero especialmente, para acomodarlo a los intereses de los grupos que los apoyan, y saciar su propia interpretación del concepto que tienen del servicio público.

¿Qué pasará con la gente? Por lo menos les será fácil reconocer a tantos diablos conocidos, muchos ya pasados de horas en el tema, los que con la bendita frase del servicio público nos convertirán en un dos por tres en la mejor ciudad del país, expedita, sin delincuencia, sin tantos compadres de asesores, y que todo lo hecho hasta ahora por los otros es malo. ¿Qué nos ofrecerán en realidad? un nuevo pastel, rodeado de otras moscas, especialmente adiestradas por él, y por el transparente partido político tradicional que los apoya.

Hablando en serio la política es un mal necesario para la sociedad, pero no por eso tan malo como lo hemos visto en el ahora reciente en todo el país. Por eso da miedo escuchar hablar de las elecciones próxima, por qué nosotros, como decía Julio Iglesia; el cantante, somos especialista en chocar con la misma piedra, y echarle la culpa al zapato. Tenemos que entender que para nuestro vapuleado pueblo necesitamos gente nueva que proyecte posibilidades originales de acuerdo a los tiempos que corren, que sean andinos, con otro tipo de respaldos sociales, y cumplidor de compromisos. Aquí en Chile existe un mal mito de que da más seguridad quienes se repiten el plato en los cargos. Eso en las escuelas y colegios se llamaban los repitentes, y ese grupo eran los que no habían sido capaces de cumplir sus obligaciones dentro de un periodo, en otras palabras no se la pudieron.

Tengo mucho respeto por todos los candidatos vistos y divulgados hasta ahora, los que tuvieron otros cargos o quieren repetirse este puesto otra vez. A todos ellos les pido un gesto democrático que nos puede hacer mucho bien: – Estamos cerrando; como país, un momento dramático referente a la ética política. ¡Por favor dejen nacer otras esperanzas para un pueblo aburrido y decepcionado¡. Si ya tuvieron la posibilidad de ejercer otros o el mismo cargo público, dejen a nuevos postulantes que muestren sus proyectos y que el pueblo los vote. Esto no es una carrera funcionara política para servirse de diferentes puestos.

Un buen amigo para tranquilizarme y controlar mi desazón ante esta desatada locura por el poder de los de siempre, me comentaba y tranquilizaba comentando que debiéramos copiar a la letra algunas características de la cultura Aimara, aun en práctica en la hermana República de Bolivia. El narraba con detalles, como en algunos pueblos altiplánicos a las malas autoridades, en forma reciente, les han quemado sus casas, o los han sacrificados a ellos en la plaza pública, cuando han tenido que responder por una oscura y mala gestión en sus mandatos. Comentaba además – Aquí que tanto nos gusta la cultura ascentral nortina – ¿Por qué no amenazamos con el mismo castigo a los eternos postulantes de siempre?

La repuesta mía y de los demás que lo escuchábamos fue realista y aterrizada – No nos faltarían candidatos, pero si nos faltaría leña. (¿?).

La búsqueda del poder, no solo es remunerativo, sino no que también, para saciarse con el mal concepto de lo que es, y debe ser una verdadera autoridad de servicio público, Todo el poder adjunto a estos cargos publico mata toda buena intención de un candidato, peor en los que ya han pasado por cargos de representación popular, incluso la de los que siempre se han creído los buenos, los salvadores o los mejores…

Démosle valor al voto y votemos con conciencia en las próximas elecciones por nuestro querido Los Andes…. Vale también ésta reflexión para las otras bienamadas comunas de las provincias.

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