Por: Miguel Henríquez Celedón, concejal de Los Andes
….1988 nos encontró con 13 años en un 8 básico de un colegio de Los Andes, nacía por ahí el interés por el mundo político, social y económico de nuestro país. Entre entusiasmo y preocupación comenzamos a ir al COMANDO DEL «NO» donde muchos adultos nos pasaban la poca propaganda que existía y saliamos contentos a repartir por las calles desde el colegio hasta llegar a casa, y viceversa. Al principio nuestra adolescencia no nos permitía ver la difícil y trascendental situación que atravesaba la ciudadanía. No obstante, cuando entregabamos la propaganda mucha gente no la recibía por temor, comezabamos a ver los rostros de espanto de vecinos, otros de manera muy reservada en silencio y escondiendo el papel se refugiaban en su casa. Preguntamos en el colegio y se nos dijo que eso no era de niños y que nos dedicaramos a estudiar mejor, pues eso hicimos consultamos a personas, leímos diarios no oficiales, asiduos lectores del Fortín Mapocho, Apsis, coleccionando los panfletos que hasta hoy conservamos. Logramos entonces estar informados y eso marcó a fuego nuestro interés y sellamos a fuego el compromiso novato con la lucha para el triunfo del No.
El 5 de octubre en la tarde noche esperamos los resultados y entendimos que era una batalla decisiva, fue infartante ver pasar tanquetas de militares con luces poderosas por la Villa La Gloria, lugar más tranquilo no existe, el ambiente se cortaba con cuchillo, estábamos los niños jugando en la calle mientras nuestros padres estaban tensos hasta más no poder en las casas siguiendo por radio y la televisión las escualidas novedades. Finalmente, se aceptó la derrota del tirano y las calles frías, llenas de desconfianza, oscuras y lacónicas dieron paso a festejos, a las luces, a las vecinas abrazándose, a los vecinos bailando cuecas por los pasajes y gritando de felicidad por haber terminado con años de humillaciones, con el terror, con esas miradas de desconfiazas, Al fin obteníamos un triunfo popular y vencimos a los poderosos.
Hoy, a 30 años de aquella gesta del pueblo chileno, entendemos claramente qué significó. Significó que no habría más muertos en las calles, que los vecinos podrían hablar sin miedo, que nadie sería ultrajado ni humillado por pensar diferente, que nos podemos organizar, que los gorilas no nos pueden detener, violar y matar. El «No»,no era un slogans de «la alegría ya viene», el NO fue la derrota de la dictadura más sangrienta de la Historia de Chile y que la sufrieron los más pobres, el fin de atrocidades que vivieron nuestros padres y abuelos.
Hoy algunos de forma liviana preguntan «y qué ganamos», ganamos dejar de ser un pueblo oprimido con sangre y fuego, producimos un cambio de mentalidad en Chile que estuvo en la edad oscura en lo político social y económico, donde un dictador tenía el control de las vidas de cada chileno, de estar sumido en la miseria, donde se escupía sangre para que otros vivieran mejor.
Es verdad, estamos al debe con esos sueños concebidos el 5 de octubre, nos falta mucho para tener el control de nuestra democracia, quedan importantes amarras dejadas por el tirano y sus yanaconas que hoy son gobierno lamentablemente. Debemos cambiar la Constitución, renacionalizar el cobre, nacionalizar nuestros principales recursos naturales, debemos terminar con las AFP, etc. Y hemos abandonado aquellos que lucharon en las poblaciones, al trabajador que apoyó el No, a la mujer que fue escencial en la victoria, a la salud, a la educación, a la democracia. Pero nada, absolutamente nada es comparable a esos días grises de Chile vigilados por lobos que requerían sangre para instalar el modelo que hoy impera. Por eso, es valioso conmemorar esta fecha de libertad, pensando en todos y todas los caídos de forma directa e indirecta por la dictadura de la derecha, hay que reflexionar y volver a soñar con esas fuerzas y convicciones de 1988 para tener un Chile más justo, más humanos y decir que en Chile nunca más queremos una dictadura que acabe con la felicidad de nuestro pueblo.