Por: Claudia Figueroa, académica Escuela Fonoaudiología U. Andrés Bello
La tartamudez o disfemia es un trastorno del habla (no un trastorno del lenguaje) que se caracteriza por interrupciones involuntarias del habla y que afecta a más de sesenta millones de personas en el mundo. Este 22 de octubre, se conmemora el Día Internacional de la Tartamudez.
La tartamudez es un desafío no sólo como diagnóstico clínico, sino que también para la sociedad que promueve la inclusión en el proceso de aprendizaje.
El principal núcleo de este desafío es comprender no sólo que es una dificultad involuntaria y cíclica, sino que además, aunque sean varios los niños de una misma sala con este diagnóstico, ello no quiere decir que el trato sea el mismo para aproximarse a los desafíos escolares.
Entre algunas estrategias para profesores y padres de un niño con tartamudez, se pueden mencionar:
Asegúrese que su hijo (a) no se aisle de las actividades sociales, esto es parte de un desarrollo cognitivo y emocional adecuado; Si él o ella prefieren actividades de pocos niños, promueva este tipo de reuniones en su casa o lugares fuera de la escuela para fomentarlas; ante tareas específicas como exposiciones o disertaciones, asegúrese que primero quiera realizarlo verbalmente antes todo el curso o solo con su docente y luego diseñe una actividad que facilite su expresión por ejemplo con láminas de apoyo, secuencias de imágenes que guíen el relato o incluso un video que hayan preparado en casa (lo que puede ser más cómodo para el menor).