Carlos Güida, Director del Departamento
de Salud Comunitaria Universidad de Las Américas
Hace 13 años, Naciones Unidas llama a conmemorar el 19 de agosto como el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria. Es un día que nos debiese llamar a la reflexión en cada región y en cada rincón del planeta, y este año coloca el foco en las consecuencias inmediatas de la emergencia climática para las personas más vulnerables del mundo.
La asistencia humanitaria es llevada adelante por trabajadores que también viven consecuencias en sus vidas y en la de quienes les rodean. Son personas que cuidan personas y para quienes es necesario hacer mucho más que un reconocimiento público.
Naturalizar las consecuencias de las catástrofes humanitarias es también olvidar que miles y miles de personas trabajan para evitar las peores consecuencias. El cambio climático nos afectará a todos, pero al igual que la pandemia por Covid-19, afectará más a quienes se encuentren en condición de mayor vulnerabilidad.
Formar y actualizar a los docentes y estudiantes de las comunidades universitarias para la reducción de riesgos en catástrofes, ya no es una buena idea, es una necesidad imperiosa y hacia allí caminamos.