Por: Juan Cristóbal Reyes, chef Instructor Escuela Nutrición y Dietética U. Andrés Bello.
Mucho se ha hablado del real origen del pisco. Chileno o peruano lo cierto es que este destilado ha tenido un nuevo renacer en los últimos años auspiciado por su elevado consumo a nivel nacional, así como su exportación a países europeos, asiáticos y, principalmente, Estados Unidos, país que representa al 35% de las exportaciones.
Según datos de la industria pisquera, la producción anual sobrepasa los 100 millones de litros y, durante los últimos años, los piscos de menor graduación han experimentado una baja constante. En tanto, el consumo percápita a nivel nacional alcanza los 2,1 lts por año.
El pisco es una bebida alcohólica de la familia de los brandis y que pertenece a una variedad de aguardientes de uvas que se elabora en base al destilado de vino. La particularidad de estos vinos es que deben ser elaborados con uvas que posean un alto grado de dulzor puesto que ello permitirá una alta graduación alcohólica al momento de la destilación.
Los piscos de mejor calidad y reconocidos en el mundo entero por ello, oscilan sobre los 40º de alcohol. Estos piscos son almacenados en barricas de madera, lo que permite aromas y sabores más complejos.
Al tratarse de un destilado no es recomendable su consumo habitual. La cantidad de calorías que puede tener una copa de pisco sour o una de las elaboraciones mencionadas anteriormente puede exceder las 300 kcal y adicionalmente no entrega ningún otro aparte nutricional. El llamado siempre es a disfrutar, pero con moderación.