Por: Carmen Gloria Fernández, académica Escuela Nutrición y Dietética U. Andrés Bello
Rankings construidos por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), Chile se ubica en el lugar 41 del consumo mundial con 17,46 litros per cápita al año.
¿Somos buenos los chilenos para el consumo de vinos? Si comparamos el consumo chileno con el consumo per cápita más alto del mundo que lo tiene el Vaticano con 53, 83 litros per cápita, seguido por países de la ex Unión Soviética y europeos, podríamos decir que el consumo es moderado, no obstante se trata de promedios poblacionales, donde hay sujetos que consumen por sobre la recomendación, otros por debajo.
Este 4 de septiembre se celebrará el Día Nacional del Vino, una bebida cuyas propiedades se han descrito fundamentalmente para el vino tinto y tienen que ver con el efecto antioxidante presente en los taninos del vino. Hay varios efectos descritos en publicaciones científicas tales como que el vino mejora la circulación a nivel cerebral y con ello la agilidad mental y prevención de la demencia senil; mejora la digestión de alimentos ricos en proteínas; favorece el metabolismo de las grasas y con ello favorece el estado nutricional normal; controla infecciones urinarias, disminuye el riesgo de formación de cálculos renales y podría prevenir el cáncer de próstata; mejora la circulación y así previene várices y hemorroides. También hay indicios de que podría prevenir caries y gingivitis.
El vino es una bebida alcohólica y como tal es un producto tóxico que puede producir dependencia, es uno de los principales factores de riesgo de muerte prematura y muchas enfermedades se asocian a su consumo desmedido. Por lo que las consecuencias no son sólo de índole de salud física sino también de salud mental y social.