Isaías 50, 5-9; Santiago 2, 14-18; Marcos 8; 27-35
Por: El Peregrino
Estamos ante es uno de los famosos cantos del Siervo de Yahvé (cf Is 42; 49; 52-53), una de las cumbres teológicas del Antiguo Testamento desde todos los puntos de vista. Pertenecen a la segunda parte del libro de Isaías, al llamado Deutero-Isaías (40-55), en que aparece este misterioso personaje que encuentra el sentido a su misión apoyándose en la palabra de Dios. Si en la primera parte del libro de la consolación se pensaba que el emperador Ciro (emperador persa) sería el elegido de Dios para liberar a su pueblo (pues él dio el decreto del retorno desde Babilonia), a partir del momento en que aparece la figura del Siervo, ya no será necesario apoyarse en un rey o emperador humano para la libertad que Dios ofrece a su pueblo. Las resonancias de estos famosos “cantos del Siervo” son evidentes en pasajes del NT.
La segunda lectura (Santiago 2,14-18) nos enfrenta de nuevo con la parenesis, o la praxis de la vida cristiana. Nos encontramos con uno de los pasajes más determinantes de este escrito en el que se ha visto una polémica con la teología de la fe de Pablo. Se ha dicho que es la parte más importante de la carta, porque se quiere poner de manifiesto que la fe sin obras no lleva a ninguna parte en la vida cristiana. Esto es absolutamente irrenunciable, y a nadie, y menos a Pablo se le podría pasar por la mente algo así como “cree y peca mucho”. Esa falacia no es de Lutero, sino la leyenda de los malpensantes. Creer es confiar verdaderamente en el Dios de la gracia. Pero es posible que algunos quisieran poner a Pablo a prueba en alguna comunidad cristiana y este escrito posterior quiere poner las cosas en su sitio.
El evangelio nos presenta un momento determinante de la vida de Jesús en que debe plantear a los suyos, a los que le han quedado, las razones de su identidad para el seguimiento: ¿a dónde van? ¿a quién siguen? El texto, pues, del evangelio, tiene cuatro momentos muy precisos: la intención de Jesús y la confesión mesiánica de Pedro en nombre de los discípulos (vv.27-30); el primer anuncio de la pasión (v. 31); el reproche de Jesús a Pedro y a los discípulos por pretender un mesianismo que no entran en el proyecto de Dios (vv.32-33), que Jesús asume hasta las últimas consecuencias, como el mismo Siervo de Yahvé. Y, finalmente, los dichos sobre el seguimiento (vv.34-37). Este es uno de los momentos estelares de la narración del evangelio de Marcos. La crisis en Galilea se ha consumado y el seguimiento de Jesús se revela abiertamente en sus radicalidades. Galilea ha sido un crisol… ahora están a prueba los que le han quedado, cuyas carencias son manifiestas en este confesión mesiánica. Por eso las palabras sobre el seguimiento de Jesús son para toda la gente, no solamente para sus discípulos. Es el momento de comenzar al camino a Jerusalén, con todo lo que ello significa para Jesús en su proyecto del anuncio del Reino.
Sigamos con nuestra Campaña de Oración, la cual debe ser más intensa, Misa Dominical, Adoración al Santísimo, Rosario, deben ser nuestras armas contra el Demonio.