Hechos 1,1-11; Efesios 1,17-23; Lucas 24, 46-53
Por: El Peregrino
Solamente Lucas es verdaderamente “ascensionista”. Decimos eso porque es Lucas, tanto en el Evangelio como en los Hechos de los Apóstoles, el único autor que habla o relata este “misterio” cristológico en todo el Nuevo Testamento. Y sin embargo, las diferencias sobre el particular de ciertos aspectos y símbolos en el mismo evangelista sorprenden a quien se detiene un momento a contrastar el final del evangelio (Lc 24,46-53) y el comienzo de los Hechos (1,1-11). En realidad no son opuestos los discursos, pero resalta, en concreto, que la Ascensión se posponga «cuarenta días» en los Hechos de los Apóstoles, mientras que en el Evangelio todo parece suceder en el mismo día de la Pascua.
Esto último es lo más determinante, ya que la Ascensión no implica un grado más o un misterio distinto de la Pascua. Es lo mismo que la Resurrección, si ésta se concibe como la «exaltación» de Jesús a la derecha de Dios. ¿Qué es lo que pretende Lucas? Simplemente establecer un período determinado, simbólico, de cuarenta días (no contables en espacio y en tiempo), en que lo determinante es lo que se refiere a hablarles del Reino de Dios y a prepararlos para la venida del Espíritu Santo. Lo de los cuarenta días es especialmente bíblico: el número recuerda y apunta a los cuarenta años que Israel caminó en el desierto bajo la pedagogía divina Dios (Dt 8,2-6); los cuarenta días que pasó Moisés en el monte Sinaí para recibir la Ley de parte de Dios (Ex 24,18); los cuarenta días de Jesús en el desierto antes de su vida pública (Lc 4,1-2). «Cuarenta» indica el tiempo de la prueba y de la enseñanza necesaria. En la tradición de los rabinos el número «cuarenta» también tenía, en línea con la tradición bíblica, un valor simbólico para indicar un período de aprendizaje completo y normativo. En los Hechos, es un tiempo “pascual” extraordinario para consolidar la fe de los discípulos.
Como ya no se celebra la Ascensión del Señor en el “jueves” precedente a este domingo, su liturgia se traslada a lo que debería ser el VII Domingo de Pascua. Los textos de este día, pues, están determinados por esta fiesta del Señor. Es Lucas, tanto en el Evangelio como en los Hechos de los Apóstoles, el único autor que habla de este misterio en todo el Nuevo Testamento. Sin embargo, las diferencias sobre el particular de ciertos aspectos y símbolos en el mismo evangelista sorprenden a quien se detiene un momento a contrastar el final del evangelio (Lc 24,46-53) y el comienzo de los Hechos (1,1-11), que son las lecturas fundamentales de la fiesta de este día. En realidad, los discursos no son opuestos, pero resalta, en concreto, que la Ascensión se posponga “cuarenta días”, en los Hechos de los Apóstoles, mientras que en el Evangelio todo parece suceder en el mismo día de la Pascua. Esto último es lo más determinante ya que la Ascensión no implica un grado más o un misterio distinto de la Pascua. Es lo mismo que la Resurrección, si ésta se concibe como la “exaltación” de Jesús a la derecha de Dios.