Hech 4,8-12 ; 1Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18
Por: El Peregrino
La lectura de Hechos, nos muestra la continuidad del discurso que Pedro ya había comenzado ante la gente, a causa de la curación de un tullido (c. 3). Ahora el testimonio es ante las autoridades judías que no pueden permitir que, en nombre de Dios, se hable de Jesús. Esa es la pregunta que les hacen a los apóstoles: ¿en nombre de quién? Se entiende que en nombre de Jesús, pero implícitamente es en nombre de Dios, que es quien ha resucitado a Jesús, que ellos habían condenado injustamente. La relación estrecha entre Jesús y su Dios es aquí el paradigma teológico sobre el que se construye nuestro texto. Las autoridades condenaron a Jesús para salvar el “honor” de su Dios… Pero la respuesta de Dios es radical contraria a los planes que ellos urdieron, por medio de la resurrección.
El texto de la carta de San Juan está en el ámbito auténtico de la teología joánica, con todas sus características: amor, hijos de Dios, conocer, el mundo, “ver a Dios”. La carta de Juan está cargada de todos esos términos que muestran una cosa clara: la comunidad joánica, cristiana, está enfrentada al mundo. Se han insinuado muchas cosas acerca de las influencias sobre este escrito. Se ha hablado del “círculo joánico” como un círculo selectivo, a semejanza con la comunidad de Qumrán. Pero no están claras estos ascendientes, ni se puede hablar de un mundo exactamente dualista: amor/odio; luz/tinieblas.
El evangelio de Juan (10,1-10), nos habla del «buen pastor» que es la imagen del día en la liturgia de este cuarto domingo de Pascua. Comienza el evangelio con una especie de discurso enigmático -al menos para los oyentes-, aunque es un texto bien claro: en el redil de las ovejas, el pastor entra por la puerta, los ladrones saltan por la tapia. Es una especie de introducción para las propuestas cristológicas de Juan. Esas afirmaciones, con toda su carga teológica, se expresan con el lenguaje de la revelación bíblica, con el «yo soy», que en el evangelio de Juan son de gran alcance teológico. Está construido, el conjunto, en dos momentos 1) vv. 1-5 sobre el buen pastor; 2) vv. 7-10 sobre Jesús como puerta.
¿Conocemos de verdad a Jesús? Con frecuencia tenemos un conocimiento superficial de fórmulas hechas, pero ignoramos quien es de verdad Jesús. De un amigo tenemos conocimiento, sabemos qué le gusta, cómo es, cuáles son sus ilusiones, incluso cuáles son sus defectos… y de Jesús ¿qué conocimiento tenemos? ¿Qué significa en tu vida? ¿Nos ponemos en la piel de Jesús y nos preguntamos qué haría en mi lugar? Seguro que Jesús derrocharía amor y ternura al encontrarse con los llagados de nuestra sociedad. Nosotros ¿por qué no hacemos lo mismo? Respeto, comodidad, “pasar de largo”, no complicarnos la vida… En este tiempo de Pascua se nos interpela para que descubramos el sentido de estar bautizados. Si descubrimos de modo experimental”el amor de Dios derramado en nuestro corazones por el Espíritu que se nos ha dado”, toda nuestra vida de cristianos cambiaría y descubriríamos la gran misión a la que somos llamados: todo bautizado tiene que ser “buen Pastor”