Daniel7,9-10. 13-14; Segunda carta de Pedro 1,16-19 ; Marcos 9,2-10
Por: El Peregrino
“Marcos lee en la Transfiguración sencillamente una epifanía gloriosa del mesías oculto, para poner de relieve el tema central de su narración, que es la paradoja de Jesús enviado por Dios y humillado, incomprendido, rechazado por los hombres” (Cardenal Carlo María Martini)
El texto parte “subió con ellos solos a una montaña alta y apartada” El motivo puede ser el cansancio y la necesidad de descanso. Pero aquí es otro cansancio, es el abatimiento, la desilusión, desconcierto, incertidumbre. Jesús ha sido claro al hablar de su propia pasión y muerte, subrayando sin medias tintas las exigencias para los discípulos para recorrer el mismo itinerario doloroso.
El choque provocado por aquel anuncio debió ser fuerte y no había sido aún asumido. Los apóstoles tienen necesidad de “rehacerse”, de reanimarse, recobrar fuerzas y coraje, de ser capaces de un “sí” después de este cambio imprevisto.
En el texto de la Transfiguración hay un elemento central que llamaremos: voz-relación. El Padre es siempre quien acredita a Jesús como Hijo, el amado. Y quien garantiza, por tanto, su misión divina. El Hijo que vivirá la pasión y muerte es verdaderamente el Hijo amado de Dios, eso debe quedarles claro a los discípulos.
Si nos detenemos más en el texto, descubrimos algunos detalles. “Se Transfiguró”. La expresión significa literalmente, cambio de forma, de semblante. Indica que Jesús aparece bajo un aspecto diferente del habitual.
La Gloria de Jesús es expresada mediante el candor deslumbrante de los vestidos.
La respuesta de Pedro es esperable porque sentían temor. La tienda es entendida frecuentemente como habitación de la divinidad (éxodo 26,7). “No sabía lo que decía” En otras palabras lo que sucedía ante sus ojos era incomprensible para él.
“Y salió una voz de la nube: “Este es mi Hijo amado, escuchadlo”. Dios en persona ofrece la propia garantía a los representantes de los discípulos: Jesús, su Hijo, el amado, es el profeta que deben escuchar (escucha-obediencia). Deben tomar en serio sus palabras incluso cuando habla de sufrimiento. Deben seguirlo en un camino que a través de la cruz, conduce a la Gloria.