Utilizando fondos legados por dos prominentes benefactores, la señora Lucía Echavarrieta y don José Antonio del Villar, con fecha 21 de junio de 1854, el Gobernador de Los Andes, don José María Infante, firma el decreto de construcción del anhelado Hospital de Los Andes, colocándose la primera piedra el 25 de junio del mismo año, en el terreno donado para tal efecto 10 años antes por don José Antonio del Villar. El establecimiento abrió sus puertas en marzo de 1857, siendo su médico don José Ramón Meneses. El doctor Meneses había nacido en la provincia de Aconcagua en 1824, cursó sus estudios primarios en Los Andes y los secundarios en el Instituto Nacional en Santiago; en 1850 recibió su título de médico en la Universidad de Chile. Su actividad profesional la desempeñó en el Hospital de Los Andes, siendo por treinta años consecutivos su único médico. Falleció el 18 de febrero de 1890.
DOCTOR ELÍAS FONCEA
En 1886 comienza a trabajar en el Hospital de Los Andes el doctor Elías Foncea Espinoza, quien fue, el médico que estuvo a cargo el Sanatorio de Los Andes durante por lo menos 15 años.
En la década de 1890 a 1900 la habilitación de la red de agua potable reduce notablemente los casos de muerte por disentería y solo aparecen casos esporádicos de muerte por viruela. Ahora la tisis, la fiebre y las afecciones cardíacas aparecen como la principal causa de muerte en la provincia de Aconcagua. En este período, y debido a la mayor conectividad que tenía a través del ramal de ferrocarril entre Llay-Llay y Los Andes, comienzan a llegar a la ciudad miles de enfermos tuberculosos en busca de un clima más propicio para su condición, siguiendo el pensamiento de la medicina de la época sobre el tratamiento de la tisis. Las condiciones de vida eran tan precarias a comienzos de la Revolución Industrial, que no fue raro que el aire puro, la alimentación sana (de hecho, sobrealimentación) y el reposo prolongado (aunque alternado con lo que se llamaba ejercicios progresivos) fueran las bases del tratamiento sanatorial. Se había observado que la tuberculosis era menos prevalente en las montañas y hasta los Vedas de la antigua India habían sentenciado: “Los consuntivos deben ir y vivir en regiones elevadas”.