“E L D U E L O”

“E L D U E L O”

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Por: Dr. Denis Panozo Villarroel

El Duelo es el conjunto de reacciones físicas, psicológicas, afectivas y conductuales que se producen especialmente por la pérdida o muerte de una persona amada, pero también de una mascota, un objeto o un valor personal, a los que estamos profundamente ligados emocionalmente. Está determinado por la necesidad de modificar ese vínculo por el hecho de haberse alejado o desaparecido de nuestras vidas.

Esos difíciles momentos, nos toca vivir a todos, en algún momento de nuestras vidas, a raíz de la muerte de una persona amada o de una separación. Brota una gran congoja que se transforma en un gran sufrimiento, un verdadero dolor que invade nuestros corazones y desgarra nuestra alma, provocando una profunda desesperación con mucha ansiedad, incluso de ira. Provocando El Duelo, que es un factor de desequilibrio transitorio, un traumatismo de efectos prolongados que lleva a la DEPRESION.

En la mayoría de los casos, por más penoso que sea, el duelo sigue normalmente su curso y culmina en algún momento. Pero siempre hay que tratar de apoyar para acortar este periodo de amargura que siempre va en desmedro de la salud. Puede provocar complicaciones a nivel de la salud física, psíquica o mental, provocando un desequilibrio psicológico que van alterar sus relaciones sociales.

En tiempos pasados, cada civilización enfrentaba el duelo de acuerdos a sus costumbres, designada necesariamente por las reacciones sociales acarreadas por la muerte de una persona, es decir, el conjunto de usos, tradiciones y de costumbres, ritos y restricciones impuestas imperativamente en esa circunstancia.

En la actualidad es más importante la reacción sicológica, subjetiva, personal o familiar por la sola pérdida de alguien o de algo importante y la expresión “estar de duelo” tiene el sentido de aceptar una pérdida y es empleada para cualquier cosa que se disipa, debido a cierta tendencia de nuestra sociedad a la banalización y a no hacerse cargo de que la muerte está en el corazón del duelo por la universabilidad, su implacabilidad y su irreversibilidad.

Los occidentales evitamos ver que la muerte constituye una pérdida y por ende es el límite por excelencia de nuestras vivencias, por lo cual la desaparición de una persona querida, es un anticipo a la nuestra. Siempre nos engañamos, y vivimos como si la muerte nunca vendrá por nosotros, y desperdiciamos ese tiempo valioso que nos da la vida para disfrutar con nuestros seres queridos.

Cómo podemos ayudar al doliente, en los primeros momentos del duelo, es casi instintivo:

“ACOMPAÑAR” a las personas que amamos, lamentablemente es menos evidente al cabo de algunas semanas o meses. Es justamente entre el segundo y sexto mes donde la persona se siente más sola, no toma la iniciativa de contactarse con los otros y esperan que ellos vengan hacia ella.

“ESCUCHAR”, esta actitud que a primera vista es simple, en la realidad es bastante difícil, implica mantenerse pasivo, no intervenir, resistir a las ganas de querer consolar, de hacer algo. Hay que tener la fortaleza de saber escuchar sin inmiscuirse.

“GUARDAR SILENCIO”, no siempre desean hablar, debemos saber respetar sus silencios, dejar llorar todo el tiempo que sea necesario. Las palabras de consuelo son inútiles ya que se sienten inconsolables, más que bonitas palabras hay que comprenderlos, acogerlos, bridarle apoyo, que no se sientan solo en su dolor.

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