Por Iván Cifuentes, Perito judicial tributario, director de Cifneg Consultores.
En Chile pagamos muchos impuestos como el de la Renta, el IVA, timbres y estampillas, adicionales, específicos y especiales; también los que se aplican a los productos suntuarios, y los que graban directa e indirectamente cualquier giro o desarrollo comercial. Hay un ente recaudador, el Servicios de Impuestos Internos; y un ente que cobra, la Tesorería General de la República. Todo un engranaje destinado a potenciar el crecimiento del país, financiando programas vinculados a los ámbitos de la educación, vivienda, social y salud.
Pocos temas son más relevantes como este y, sin embargo, no es un tema de conocimiento masivo, más bien parece un castigo porque resulta muchas veces difícil de entender. Las personas cumplen con sus deberes tributarios, pero no entienden conceptos básicos como el rol del SII, de la Aduana y de la Tesorería; o lo que significa el IVA y las exenciones, entre otros conceptos, y a dónde van a parar estos. De ahí la importancia de fomentar la llamada cultura tributaria.
Al igual como ocurre en otros países, se hace imperativo comenzar a enseñar sobre esta materia en los colegios. Que los niños crezcan sabiendo que el pago de los impuestos, más que una obligación, es una responsabilidad y un deber ciudadano, que al mismo tiempo otorga muchos derechos y que aporta al desarrollo de la sociedad.
En la medida que los estudiantes crecen sabiendo qué son los impuestos, podremos hablar de la cultura del tributo, es decir, aquello que necesita un país para cimentar sus bases sobre la democracia y la solidaridad. Si avanzamos en esa línea, los chilenos del futuro se sentirán orgullosos de contribuir al financiamiento del gasto público, pues con ese aporte lograremos un óptimo desarrollo.
Así también, es importante que dentro de las carreras técnicas, profesionales y universitarias, al menos, exista un ramo que explique la materia tributaria, para que, luego, los profesionales conozcan sus deberes, derechos y obligaciones tributarias. De esta manera, los temas relacionados con impuestos y tributos podrían dejar de ser usados como elementos políticso, que solo traen problemas y desunión entre los ciudadanos.
El fomento de la cultura tributaria tiene también otros impactos positivos, como, por ejemplo, evitar que la gente deje de evadir y eludir el pago de los impuestos y que cumpla con sus compromisos, reconociéndolos como deberes éticos.
A partir de esta mirada, se educa a los estudiantes, futuros contribuyentes. Hay experiencias en países como Brasil, que buscan promover la conciencia ciudadana, destacando el rol social que cumplen los impuestos y el presupuesto público. En Argentina, por su parte, intentan propiciar la aceptación del pago de los tributos al mismo tiempo que apuntan al uso eficiente de los recursos públicos.
Desde hace algunos años en nuestro país, cada vez que un contribuyente declara sus impuesto la página del Servicio de impuesto Internos muestra una pantalla que indica en qué se gastaron sus impuestos, lo que sin duda es un gran avance que merece todo nuestro reconocimiento y apoyo.
Pero no es lo único. Si vamos al otro extremo llegamos a Finlandia. Allá es tan amplia la cultura tributaria que, según la encuesta de la Agencia Tributaria 2019, el 80% de los finlandeses reconoce estar contento de pagar impuestos, en tanto, el 96% admite que este ejercicio es un deber cívico importante, y el 98 % señala que los impuestos son importantes para el mantenimiento del estado de bienestar.
Algo similar ocurre en Dinamarca, país nórdico que es aplaudido por su conciencia cívica a la hora de pagar impuestos. Todos cumplen pagando tributos pues saben que eso redundará en beneficio de todos, es decir, financiando las pensiones, la maternidad y el acceso a la educación superior. Sin duda son ejemplos a seguir. Partir educando, es siempre el primer paso para lograr lo que ellos han logrado.