Por: Hno. Angel Gutiérrez Gonzalo
“Acoger a una persona es decirle con todo corazón: ESTOY A TU TOTAL DISPOSICIÓN. Es caminar al lado del otro, para que este pueda sentir la alegría de vivir”.
Padres y profesores tenemos una gran tarea que desarrollar. “Educar para la acogida”. Esto supone educar desde la acogida, es decir, “educar desde y para el amor”. Y esto no es otra cosa que vivir acogedoramente si de verdad se quiere proyectar y contagiar el valor de la acogida a los demás.
¿Cuáles son las características de la actitud acogedora que debe animarnos como educadores? Me limitaré a las siguientes: La primera cualidad es la “incondicionalidad” del amor de quien acoge. Una forma excelente de amar es la “escucha”; para mí, la segunda cualidad de la persona acogedora es la escucha.
El carácter “indiscriminado” del amor (que existe con independencia de las personas) y la “libertad” (frente al control) y la coacción que matan el alma), forman un ramillete que expreso como tercera cualidad del educador acogedor, del educador que ama. Es la actitud de la rosa con su fragancia, de la lámpara con la luz y del árbol con su sombra: a todos absolutamente a todos, les ofrecen, como Dios, que hace salir el sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos, y lo hacen sin esperar nada a cambio.
En definitiva, “indiscriminación, gratitud, espontaneidad, libertad”, no son más que otras palabras para referirse al amor que debe irradiar cualquier persona acogedora. Acoger y escuchar a los jóvenes significa: Estar atentos a sus luchas y temores; dedicarles el tiempo adecuado; escucharles con atención, sin catalogarlos; comprender las situaciones en que viven; ponerse en su lugar en cada momento; dejarles que asuman libremente los valores; creer en sus enormes posibilidades; confiar en su genuina bondad; brindarles siempre una oportunidad.
Del 26 de agosto al 1º de septiembre se realizarán en nuestro colegio, el Instituto San Martín, los XXIII JUEGOS NACIONALES FEMENINOS MARISTAS, en los que participarán 450 deportistas de los colegios Maristas de Chile. Aprovechemos dicho encuentro deportivo, para mostrar a las deportistas que nos visitan que somos una Comunidad Educativa Marista acogedora, alegre y solidaria.
Cuanto acabamos de decir nos lanza automáticamente a la última serie de cualidades del amor: que brotan del padre bondadoso de la parábola evangélica del hijo pródigo: sé un educador que “dejas ser”. Espera todo el tiempo que haga falta; nunca niegues a tu hijo, a tu alumno “pródigo” su dignidad de persona.