Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
“Acoger a una persona es decirle con todo el corazón: estoy a tu total disposición. Es caminar al lado del otro, para que éste pueda sentir la alegría de vivir”.
Padres y educadores tenemos una gran tarea que desarollar:
“ Educar para la acogida”.Esto supone educar desde la acogida, es decir, “educar desde y para el amor”. Y esto no es otra cosa que vivir acogedoramente si de verdad se quiere proyectar y contagiar el valor de la acogida a los demás.
¿Cuáles son las características de la actitud acogedora que debe animarnos como educadores? Me limitaré a las siguientes:
La primera cualidad la “Incondicionalidad”del amor de quien acoge. Una forma excelente de amar es la “escucha”. Para mí, la segunda cualidad de la persona acogedora es “escuchar.” El carácter “indiscriminado” del amor (que existe con independencia de las personas) y la “libertad” (frente al control) y las acciones que matan el alma), forman un ramillete que expreso como tercera cualidad del educador acogedor, del educador que “ama.” Es la actitud de la rosa con su fragancia, de la lámpara con la luz y del árbol con su sombra: a todos absolutamente a todos, las ofrecen, como Dios, que hace salir el sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos, y lo hacen sin esperar nada a cambio.
En definitiva, “indiscriminación, gratitud, espontaneidad, libertad, no son más que otras palabras para referirse al amor que debe irradiar cualquier persona acogedora”.
Acoger y escuchar a los jóvenes significa: Estar atentos a sus luchas y temores; dedicarles el tiempo adecuado; escucharles con atención, sin catalogarlos; comprender las situaciones en que viven; ponerse en su lugar en cada momento; dejarles que asuman libremente los valores; creer en sus enormes posibilidades; confiar en su genuina bondad; brindarles siempre una nueva oportunidad.
Cuanto acabamos de decir nos lanza automáticamente a la última serie de cualidades del amor: las que brotan del Padre bondadoso de la parábola evangélica del hijo pródigo:
“Sé un educador que dejas ser”. Espera todo el tiempo que haga falta. Nunca niegues a tu hijo, a tu alumno “pródigo” su dignidad de hijo; acepta que todo vuelva a la situación de antes y aún mejor.
¡ FELICES FIESTAS PATRIAS!