Con desolación contemplé hace algunos días que un hermoso y pintoresco árbol que vivía hace varios años en calle Chacay había sido atrozmente mutilado en relación a la construcción y remodelación de un local existente en ese lugar.
Ese árbol de grandes hojas, cuyo tronco y raíces caprichosamente retorcidas le conferían un aspecto singularmente bello y original, parecía extraído del relato de un mágico cuento. Ojalá en nuestros parques y plazas hubieran muchos árboles como aquel.
Sus raíces sobresalían del nivel del suelo y habían sido cubiertas con el cemento que constituía la vereda sin alterar mayormente el tránsito de las personas.
Ignoro que motivó a las personas que lo hicieron a tomar la decisión de liquidar en un instante lo que a la naturaleza le llevó años para construir tan magnifico ser. Que decisión tan vana, nefasta e irracional.
En esta época de cambio climático y calentamiento global el cuidado a la naturaleza y particularmente el respeto y cuidado hacia los arboles es fundamental para cuidar la vida humana en el planeta.
Algún día cuando comprendamos que los seres humanos somos sólo un eslabón más en la cadena ecológica de la Tierra y que dejemos de ver a los árboles y a los animales como cosas sino como seres con dignidad y derechos seremos entonces más humanos. El destino de las futuras generaciones dependerá de lo que hagamos ahora.
Roberto Perán Ferenús