Por: José Murillo Berges, Foro Independiente de Opinión
Este verano hemos tenido la oportunidad de admirar la aventura de la nave espacial New Horizons que, tras un viaje de casi diez años hasta los confines del sistema solar, ha llegado a las proximidades de Plutón y, desde esa distancia de millones de kilómetros de la Tierra, nos envía fotografías y datos que los equipos de astrónomos de la NASA reciben y analizan. Se trata de un logro de la tecnología, alcanzado por el continuo trabajo coordinado de muchos científicos, en un proyecto que, tal vez, otros iniciaron y que, probablemente, serán otros quienes lo continúen.
Tras siglos de trabajo de las generaciones que nos han precedido, hoy la humanidad se beneficia de un nivel tecnológico muy alto. Pero, por desgracia, no en todos ámbitos de la vida alcanzamos alturas semejantes. Actualmente, existen problemas importantes en diversas partes del planeta: hambruna, contaminación, violencia, etc.; y la humanidad tiene capacidad técnica para afrontarlos y, en gran parte, conseguir solucionarlos. Pero no los resuelve y, en ocasiones, los empeora, porque intervienen algunos políticos que, en lugar de trabajar coordinadamente buscando consensos, provocan confrontaciones y gastan sus energías en descalificaciones de unos contra otros.
La tecnología se actualiza constantemente, en cambio, en política, parece que continúan rigiendo los mismos métodos desde hace siglos. Nuestra avanzada civilización técnica no ha conseguido que el ejercicio del poder esté libre de corruptos que no trabajan por el bien común, sino por intereses ideológicos o partidistas. Es paradójico que dispongamos de una ciencia capaz de alcanzar altísimas cimas tecnológicas y no se consiga erradicar el lastre de irracionalidad que contienen algunas ideologías que perjudican a la humanidad.
