El candidato que no quería ser presidente

El candidato que no quería ser presidente

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Por: Franco Contreras

Finalizado el proceso electoral envío mis felicitaciones a la derecha que con su triunfo ha logrado posicionar a Sebastián Piñera en su segundo mandato. No comparto sus ideas, pero así se accede al poder en democracia y me enorgullece que hayamos madurado en nuestros procesos sociales como país y ser parte de esta gran familia que se llama Chile.

Durante la campaña se observaron varias escisiones en los conglomerados tradicionales, lo que llevó a la Nueva Mayoría (NM) a transformarse en la Fuerza de Mayoría (FM) con la salida de la Democracia Cristiana (DC) y expuso a la derecha a una división con la candidatura independiente de Kast fuera de Chile Vamos, mientras que el Frente Amplio (FA) consolidaba su unidad.

Muchos errores fueron los que adornaron la derrota de Guillier en estas elecciones, desde la no celebración primarias, el exceso de mesías entre sus integrantes, hablar de compendio, hasta frases como “le meteremos la mano en el bolsillo a quienes concentran el ingreso…” y el pobre desempeño en debate.

Cuando observaba a Alejandro en el último debate, ya su postura frente al podio me parecía extraña, como cansado, esperando la derrota para tener tiempo para si mismo y su familia. De Piñera uno podía esperar que no escuchara a otro, pero en Guillier resultaba raro que no respondiera las preguntas o incluso que no escuchara a los periodistas e impusiera su monólogo. Luego de que la periodista pusiera en su boca las palabras “para siempre”, entendí el quizás por qué, teníamos un candidato en segunda vuelta a alguien que no quería ser presidente, y la respuesta desde mi perspectiva, estaba en su dificultad para decir “No” y si bien en primera vuelta voté por Beatriz Sánchez, con temor marque mi voto a favor de Guillier en segunda vuelta.

Claramente no todo es responsabilidad del candidato de la FM, sino también de factores externos como el rol que no supo cumplir el FA. La incipiente fuerza política quedó prisionera entre su nariz y su ombligo, no supo interpretar la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros, su inmadurez los llevó a una ambigüedad que ha frenado momentáneamente procesos sociales que venían en una senda ascendente, no aprendieron nada después de la polémica generada con su candidato Alberto Mayol.

Creo que la lección aprendida para la izquierda, después de este resultado es dejar atrás los egos, tozudez, la retórica estéril, y propender a la unidad, virtud que como destaca Francisco Vidal hoy es atributo de la derecha.

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