Por: Ps. Víctor Cortés Zapata.
Es una realidad que se da internacional y nacionalmente, y el fenómeno de esta barrera a decir la verdad, obedece a la concentración de la propiedad de los diferentes medios audiovisuales como escritos, en pocas manos de consorcios transnacionales, haciendo uso ventajoso de la globalización económica y cultural neoliberal que ha impregnado de consumismo irracional a la población mundial apoyándose, para sus fines mercantiles, en la revolución tecnológica.
En nuestro país, los dueños de los principales diarios, radios, y televisión, corresponden a conocidos empresarios cuyos nombres se repiten en los diferentes medios y actividades económicas privadas, con domicilio ideológico y político de la gran empresa.
Así las cosas, la ciudadanía recibe información sesgada, parcial e ideológicamente escogida luego de una estricta selección. Muchas veces se le bombardea con desinformación sobre hechos acontecidos (caso Catrillanca, por ej.). Al respecto, se ha instalado en el mundo informativo, el fenómeno de las “fake news” o “noticias falsas”, con consecuencias trágicas muchas veces. A nivel internacional, sobre la base de grandes mentiras se han llegado a planificar actos de guerra, sin considerar sus horribles consecuencias. Es lo que ocurrió con Irak, y ahora el pueblo sirio, provocando un éxodo mortal de multitudes condenadas a terribles sufrimientos. Lo trágico es que también se está considerando para América, el rompimiento del orden constitucional venezolano, debiendo escucharse los tambores de la paz –el diálogo- y desechando los tambores de la guerra.
Para ello nació la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 1945, en lo central, como organismo internacional encargado de ayudar a la solución pacífica de los conflictos que se produjeran entre todos los países del orbe. Esta institucionalidad representó una de las grandes enseñanzas que dejaron la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Ahora, en el plano local, focalizado a la cobertura que se le brinda por los medios nacionales a las diferentes corrientes políticas que conforman los movimientos sociales de nuestro país más los simples ciudadanos, se puede observar una lamentable e intencionada exclusión, la que se ha hecho demasiado evidente con ocasión del proyecto que rebaja el tiempo laboral semanal a 40 horas. Casi se llega a una situación estúpida e irracional, en los diferentes paneles principalmente televisivos, en que tratan este tema tan de actualidad. Es evidente que se evita, sin explicación lógica ninguna, de invitar a la autora de tal proyecto, Camila Vallejos, cuya participación aclararía muchas dudas que surgen en el análisis del mismo, y que en dichos foros quedan sin la necesaria explicación. Es más, es fácil deducir,agregados otros hechos similares, que se está aplicando una política injusta, egoísta, de invisibilización de una parlamentaria destacada, la que en 2011 fue reconocida y premiada internacionalmente como la más brillante figura de la juventud mundial, por el rol jugado en el movimiento estudiantil chileno, remeciendo las conciencias adormecidas de la sociedad nacional, en orden a establecer un país con justicia social en educación, economía , vivienda , salud y recreación.
Nunca es tarde para enmendar rumbos y así realizar pequeños y grandes actos de reparación moral. Los medios nacionales deben cambiar su política de exclusión por las ideas que se tengan. Integración es el verbo, si queremos un país con sentido social.