El Combate Naval de Iquique y Los Andes

El Combate Naval de Iquique y Los Andes

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1864

Por: René León Gallardo, Historiador. (Tercera parte y final)

Otro autor, don Gonzalo Vial, en su obra “Arturo Prat”, publicada recientemente, entrega el nombre del marinero Luis Ugarte como el que habría saltado con el capitán Prat. Sin embargo, no lo afirma, sino que sólo lo menciona citando a otras fuentes que no identifica. La afirmación de que Canabe sería el que abordó el Huáscar está contenida en la revista Zig Zag de 1927 y en la obra de don Roberto Hernández ya citada. Sin querer descalificar la obra del prestigiado historiador Sr. Vial, creemos que, a lo mejor, éste no conoció el material en el cual hemos basado nuestra afirmación y que no ha sido desmentida.

“Era el soldado Arsenio Canave (sic), nombre que tiene derecho a ocupar un lugar preferente en el martirologio de nuestros héroes”.

Continúa Hernández: “Nosotros dimos su nombre en “La Unión”, que no consta, es claro de los partes oficiales, pero sí de los recuerdos tradicionales de los antiguos compañeros de Arsenio Canave (sic), los clases, marineros y soldados sobrevivientes de la Esmeralda”.

¡Ese, andinos, fue nuestro conciudadano Canabe!. ¡Siguió a su jefe en el camino a la gloria inmortal que la Patria depara a sus héroes! .

Nicanor Navas Pérez, llegó a Los Andes con sus padres Lucas y Carmen siendo muy pequeño. Fue criado en nuestra ciudad. De esforzada familia trabajó desde los 10 años de edad en casa de los Carmona de Calle Larga. En su propio relato, Navas dice: ”Cuando las cornetas del Ejército en formación avisaban a los chilenos que la Patria estaba en peligro y expuesta a un cuadrillazo, observé que venían a Los Andes, comisiones que enganchaban hombres para mandar al Norte. En esa tarea conocí a mi Comandante don Zenón Garretón. Yo no me daba cuenta cuál era el significado del enganche, lo que yo sabía era que mi vida y mi sangre eran de mi Patria”.

Navas continúa relatando: “En marzo dejé las herramientas del trabajo, abandoné mis chacras en estado de cosecharlas y no pensé más que en convertirme en recluta y me presenté al Comandante Garretón, expontánea y voluntariamente. Yo quería ir a pelear. Mi padre lo supo, tuvo gusto y con la pena del que ve alejarse a algo suyo, me dio su bendición”.

El 24 de marzo de 1879, a los 26 años de edad, Navas fue llevado a Valparaíso, al Regimiento de Artillería de Marina que estaba al mando del coronel don José Ramón Vidaurre. Destinado a la 5° Compañía sirvió a las órdenes del capitán don Juan Francisco Caraballo ¿Carvallo?. Llegado a Iquique y estando a bordo del Transporte Lamar, Navas fue designado por el subteniente Antonio Hurtado del Regimiento de Artillería de Marina, de guarnición en la Esmeralda para ser destinado a esa nave. A los tres días de estar a bordo de este buque se llevó a efecto el Combate Naval de Iquique. El extenso relato de Navas sobre este hecho, es emocionante y lleno de detalles muy interesantes. Es notable su recuerdo de la arenga de su comandante Prat, dice emocionado: “… no se me olvidará nunca…”. En otra parte, cuenta: “Nuestras miradas no se separaron más del coloso (Huáscar), mientras nuestros corazones y nuestros cerebros dirigían sus pensamientos a la familia ausente, y a Dios que nos oía”. Luego, refiriéndose al hundimiento del buque, dice: “Yo que, como los demás soldados estábamos sirviendo los cañones o haciendo fuego de fusilería con Comblain (marca de fusil), me dirigía al cañón de proa cuando sentí que de popa avanzaba la ola que tragaba a la Esmeralda, ola que me alcanzó en los instantes en que la proa se levantaba en el aire. El mar formó un inmenso remolino y nos aspiró”.

Prosigue Navas: “La agonía de la Esmeralda había durado un cuarto de hora, al cabo del cual desapareció el casco quedando sólo el palo de mesana, y a cuyo tope flameaba gloriosa la bandera de Chile, hermoso sudario para tantas vidas que la defendían”.

”Cumplimos los deseos de nuestro capitán: el pendón de los hijos de Arauco no fue arriado y se hundió con nosotros. Tragando agua por todas partes y semiahogados, salimos a la superficie en la que encontré una tabla y pude estar a flote donde fui recogido con los otros, por los botes del Huáscar y llevados en calidad de prisioneros a Iquique y allí nos guardaron en la Aduana, 6 meses, mal tratados, mal alojados, trabajando día y noche, haciendo fuertes y trincheras y tenidos a ración de hambre”.

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