De acuerdo a estimaciones del Servicio de Información de Educación Superior (SIES) del Ministerio de Educación, tres de cada diez estudiantes deja su carrera en el primer año de estudios, ya sea por motivos vocacionales, económicos u otros. Una acción que no es indiferente ni para el joven, ni su familia, ni para el mismo sistema educacional. Especialista de la Universidad del Pacífico analiza este fenómeno y da consejos acerca de cómo afrontarlo.
Los universitarios están llegando al final del primer semestre académico y según las estadísticas, cerca del 30% de los estudiantes de primer año abandonará su carrera. Los motivos son varios y también los costos.
La directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez, señala que el hecho de no continuar los estudios superiores a corto andar es una realidad nacional e internacional, que se debe a una multiplicidad de factores. “Algunos tienen que ver con variables personales del estudiante, familiares, sociales, culturales. Otras variables implicadas, y no menos importantes, tienen que ver con las características de la casa de estudios que acoge al estudiante: cuáles son sus condiciones de operación, qué tipo de relación promueve en el vínculo profesor-estudiante, si las condiciones que promete son las que cumple, sólo por mencionar algunos”, dice.
Para la experta en procesos de enseñanza-aprendizaje, en términos generales, un estudiante que suspende sus estudios sin duda tendrá que asumir un costo emocional. “Ello genera un impacto negativo sobre su autoestima, lo que además se aprecia en un costo emocional para la familia”, precisa la psicóloga.
Carmen Gutiérrez agrega que este impacto emocional que vivencia el sujeto, será mayor o menor dependiendo de varios elementos. “Entre otros, dependerá de su historia escolar y académica previa, de su relación con la familia, de su apertura para comunicarse, del rol que desempeña en la familia, del proceso que vivió antes de tomar su decisión, de la búsqueda de ayuda previa para la toma de decisión, de sus esfuerzos para el rendimiento académico en la carrera, de su nivel de satisfacción con ella, etc.”, enumera.
En otras palabras, la profesional plantea que “el impacto del abandono de la educación superior dependerá de cómo el joven evalúe las causas o los factores que lo colocan en esa situación. Por ejemplo, si son modificables o no, si las puede controlar o no, o si éstas son de carácter interno o externas. También pesa en el impacto emocional el cómo se evalúe a sí mismo en esta situación. Y hay que considerar que muchas veces el impacto emocional es percibido con claridad a mediano plazo y con el tiempo”, aclara la docente de la Universidad del Pacífico.
¿SUSPENDER O ABANDONAR LA CARRERA?
Son tantos los factores a evaluar y los costos asociados a este tipo de decisión, que es importante saber qué alternativas pueden ser menos drásticas. En este sentido, se debe tener claro que no es lo mismo congelar o suspender una carrera que abandonarla.
“Congelar una carrera, como la suspensión temporal de estudio, generalmente obedece a la situación en la cual un estudiante, por diferentes motivos, suspende de manera voluntaria su vinculación con la carrera, con la clara intención de reincorporarse, ya sea a esa carrera o a alguna otra perteneciente a la misma universidad. Y cuando se habla de abandono, se alude a una situación en la cual, por razones que superan la voluntad del estudiante, éste debe abandonar sus estudios universitarios”, puntualiza la psicóloga Carmen Gutiérrez.
Esta diferencia en la conceptualización del fenómeno tiene aparejada cambios en las medidas que las Universidades han adoptado frente a esta realidad. “Las últimas medidas implican un cambio mayor y guardan relación con que la casa de estudios respectiva es capaz de reconocer la diversidad y heterogeneidad de sus estudiantes y lo asume como un factor que agrega valor al proceso de enseñanza- aprendizaje, en la medida que éste se centra en el estudiante y se privilegia el aprendizaje entre pares”, señala la especialista.
En este contexto, la Universidad del Pacífico ha adoptado medidas pioneras en este ámbito. “No solo desarrolla un plan en la línea de los propedéuticos a nivel universitario, sino que además cada carrera formula su programa de apoyo y acompañamiento a los estudiantes. Este último desafío de innovación curricular que hemos adoptado nos permite reorganizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, desde la perspectiva del estudiante”, asegura.
Por eso, la directora de la Escuela de Psicología aconseja que cuando un joven y su familia estén buscando una casa de estudios donde formarse, privilegien aquellas que tengan programas integrales de acompañamiento de sus estudiantes, “para que un eventual proceso de abandono de la vida universitaria esté motivado por un sentido de orientación profesional y de crecimiento”, concluye Gutiérrez.