Por: Eugenio Astudillo Leal
Hace años atrás, cuando el mundo y la humanidad eran diferente, cuando Chile era un país más sencillo, más tradicional, incluso con ciudadanos muchos más honestos y transparente, en donde los poderes del estado aportaban comportamientos en sus respectivos ámbitos, que eran aceptadas y aplaudida por un pueblo, que aprendía y crecía dentro de novedades que respetaban los incipientes avances técnicos del siglo pasado, dentro de la tolerancia política, religiosa y moral que aún dominaban en las costumbres y tradiciones de un pueblo naciente, al que protegíamos y cuidábamos, porque nos hacía como estar en una ciudad nueva con ambiente antiguo…
Chile era entonces un país simple y observante. Nuestros héroes y líderes patrios eran afianzado hasta el hartazgo entre escuelas y liceos, a fin de echar bases a una nueva nacionalidad, no solo por soberbia y aguerrida, sino que también por tener muchos valores humanos y espirituales, en donde jugó un papel preponderante la Iglesia Católica, que marcó varias buenas diferencias en nuestra idiosincrasia, varias de ellas influida por los “curitas”, como por ejemplo, la celebración en forma los onomásticos.
Entre las muchas cosas positivas que hicieron los “curas”, aparte de lo anterior, no solo fue curar la buena salud con Dios, sino que también las otra; la física -humana, ya que, en muchas partes alejadas atendían; entre otras cosas, como paramédicos y médicos de primeras urgencias en enfermedades y accidentes en el poblado, haciendo función de Samu de esa ápoca. Pero, no es esta la actividad especial de esos sacerdotes de entonces que quiero hoy destacar, sino que algo muy simple, que usábamos todos a la mano, que se llamaba “el santoral” y que no era nada más ni nada menos, que recordar los mismos días de los nacimiento o fallecimiento de hombres o mujeres destacados de la iglesia, que en muchas ocasiones, en el Chile de ayer, era el día de mayor festejo anual que se le brindaba a un ser humano, el día de su santo.
Y he hablado hoy de esto, porque antaño, por estos días del mes de septiembre, se celebraba quizá el día de mayor onomástico importante entre las mujeres del año, que incluso daba como el inicio a las Festividades Patrias; 12 de septiembre, el “Día de Las Marías”. Era tan popular el santo, que no solo se celebraba en cada casa el acontecimiento, sino que también, en iglesias, radioemisoras, etc. En Chile no había una familia en donde no hubiera alguien que se llamara en primer o segundo nombre María. Así ese día, con el tiempo se convirtió como el día de “El Santo de la Virgen”, “El Dulce nombre de María” “María la Única”, etc., y hasta el día de hoy, aún existen familias tradicionales, que usan su nombre para algunas de sus hijas.
Por eso, en este recuerdo, entregamos un saludo afectuoso, este sábado 12 de septiembre, a todas las mujeres que llevan este lindo nombre, y que algunos lo destacamos como “El dulce nombre de María”
Lo más importante, es que este nombre es bonito y se puede decir en español, sin avergonzarse del idioma ¿No cierto Jennifer Katherine?