Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán
El pasado miércoles 12, vi y escuché atentamente en VTV2 Valle Televisión, el Debate Municipal con la participación de los cinco candidatos a alcaldes de nuestra comuna y los menciono por orden alfabético para evitar suspicacias; Ayala Antonio, Benavides Marianela, Quiroz Edith, Rivera Manuel y Rodríguez María Victoria.
Los temas que recuerdo tratados fueron Seguridad, Aseo, Turismo, Educación, Deporte, Medio Ambiente, Salud, Patrimonio, Orden Vial y Parquímetros entre otros, (extrañando el tema de Cultura pariente pobre de nuestra ciudad).
Cada candidato tuvo un tiempo determinado para exponer sus ideas, propuestas y proyectos, donde en justicia tiene cabida el agradecimiento y felicitaciones a VTV2 Valle Televisión por la oportunidad y espacio dado a los andinos para informarse y conocer a los candidatos, siendo todos rostros conocidos y, mi reparo al conductor del debate que no estuvo a la altura de las circunstancias.
Y, a propósito de lo anterior, me vino al recuerdo uno de los tantos textos estudiados en latín en mi bachillerato de filosofía sobre Aristóteles que, a pesar de tantos otros pensadores y de los nuevos “ingenieros en política”, sigue vigente pues, su pensamiento permanece como base de todo orden de la política y de la Polis (ciudad). Y, teniendo en cuenta que la autoridad de la autoridad Edil (alcalde) nace y se sustenta en la calidad, prontitud, transparencia en el servicio, cabe destacar que la obligación moral de la Autoridad (Alcalde), tiene una clara exigencia y relación en la administración de los hombres, es decir; el hombre en la ciudad es lo más importante; su justicia, su bienestar, su libertad y dignidad y, cito a Aristóteles lo que expresa en su Política:
(…)”No hay para qué decir que se debe poner mayor cuidado en la administración de los hombres que en las de las cosas inanimadas, en la perfección de los primeros que en la perfección de las segundas que constituyen la riqueza, y más cuidado en la dirección de los seres libres”(…)
El buen ejercicio de la autoridad, será sin lugar a duda el mayor antídoto a la burocracia y, a la mala administración de los bienes tangibles e intangibles de la ciudad como de los fondos públicos y proyectos. Y, en esto, el saber mandar – como menciona Aristóteles – no es sinónimo de poder sino de prudencia.
Prudencia para saber cómo administrar los bienes de todos.
Prudencia para saber cuándo, cómo y a quién proveer en determinada función, responsabilidad o cargo estratégico en bien del Bien Común.
Prudencia para el que es subordinado, sea capaz de bien entender lo que se le ordena y tener la seguridad, conocimiento de su función y diligencia para bien ejecutar y servir a los demás (virtud).
(…)”Si el ser que manda no tiene prudencia, ni equidad ¿cómo podrá mandar bien?
Si el ser que obedece está privado de estas virtudes, ¿cómo podrá obedecer cumplidamente? (…) Evidentemente, es necesario que ambos tengan virtudes”(…)
Por lo tanto, según Aristóteles, dos virtudes son necesarias para que haya una buena convivencia en la ciudad: el saber administrar (mandar) y el saber ejecutar (obedecer).
A usted le corresponderá elegir en las urnas el próximo 23 de octubre, a quien le parezca mejor pueda administrar con prudencia y equidad, los bienes públicos de nuestra ciudad.
Que sea feliz