Por: Eugenio Astudillo
Ambrosio O’Higgins, nació en Ballenary localidad de la actual Irlanda del Norte, en el año 1720, en donde tuvo una buena formación profesional que mucho le ayudaría en su promisorio futuro. Era un gran matemático, con bastantes conocimientos de arquitectura, y además dominaba varios idiomas, condición muy importante para la época, tal como hoy.
En el año 1751, aprovechando su condición de católico Irlandés emigró a España en donde poco se sabe de su historia, salvo de que fue un buen comerciante en Cádiz, en donde comenzó a enlazar negocios con los nuevos pueblos de América. En el año 1756, con una sólida experiencia en comercio se vino a Buenos Aires y desde ahí, por primera vez, viajó a Chile, a través de nuestro cercano paso fronterizo, a concordar alianzas con comerciantes de Santiago y Valparaíso. Volvió a España, con un buen portafolio de contactos bajo el brazo. Lo anterior, le permitió que el año 1763 volviera nuevamente a Chile, como representante de una gran casa comercial, y con un título validado por la corona española, de Ingeniero Delineador, bajo el cual desarrolló varias obras importantes en el país, entre esas, los refugios cordilleranos en el camino fronterizo de Los Andes a Mendoza.
Como también realizó obras militares en diversas regiones del país, poco a poco fue simpatizando con esa actividad, y nuevamente regresó a España para liquidar los negocios que tenía de representación, y tomar su nuevo rumbo. El año 1766 regresa nuevamente a Chile, ahora en Concepción, en donde a los 2 años, fue nombrado Capitán de Dragones, cargo desde el cual participó en varias batallas contra los indígenas del sector, por lo cual, y dados sus excelentes servicios, el Virrey del Perú Manuel Amat, lo nombra Comandante de Caballería, después Brigadier, hasta que en 1788, dadas sus fuertes presiones por reconocimientos, y después de haber sido nombrado dos años antes Gobernador subrogante de Concepción, es nombrado oficialmente Gobernador del Reino de Chile.
Como era metódico y ordenado implementó varios planes para mejorar la administración y desarrollo del Reino, entre las cuales sobresalieron varias obras públicas de relevancia, entre las cuales estada construir un asentamiento que sirviera de refugio y enlace a las travesías cordilleranas entre Los Andes y Argentina.
En el año 1796 su nombrado Virrey del Perú, en donde destaco por sus grandes cualidades organizativas, a pesar del desprecio de la sociedad limeña que no lo consideraba mucho por no ser español de origen. Murió a los 81 años en Lima, el 30 de Enero del 1801, contando entre sus más grandes gracias, el haber sido padre e nuestro padre de la patria, don Bernardo O’Higgins Riquelme.
Como ya había pasado más de un par de veces por este paso del Bermejo o Uspallata, y sufrido en carne propia las inclemencias del clima y otros factores, Ambrosio persistió en la idea de crear un pueblo en un sector, hasta entonces llamado Corregimiento de Aconcagua, en donde ya existía San Felipe el Real desde el año 1740, y Curimón desde 1660. El Gobernador O’Higgins, pensando que en esta última localidad podría ser factible su fundación, en el año 1988, en una de sus expediciones a la zona, vino a conversar con el Párroco de la Iglesia Santa Rosa de Viterbo de esa comunidad, quien junto a otros vecinos lo convencieron que se corriera un poquito y construyera el nuevo villorrio a los pies del Cerro Quicalcura, o Piedra Paradas, en donde hoy estamos, lugar en que don Ambrosio definitivamente nos fundó el año 1791, con el nombre de Santa Rosa de Los Andes, en honor de Santa Rosa de Lima, primera Santa latinoamericana, y Santa Rosa de Viterbo patrona del convento franciscano de Curimón.
El primer trazado de la nueva villa la hizo el destacado Arquitecto Joaquín Toesca, de grandes obras en Santiago; La Catedral y el Palacio de La Moneda, y en 1798 el Alcalde José Ignacio Díaz Meneses, elaboró el primer plano del pueblo con sus 64 manzanas originales, que aún se conservan.
El año 1817, una sección del Ejercito Libertador, a cargo el Coronel Juan Gregorio de La Heras, libró a nuestra ciudad del dominio realista, días antes de la Batalla de Chacabuco.
En el año 1865, bajo el gobierno de don José Joaquín Pérez se le otorga a Los Andes la Condición de Ciudad, y en el año 1980, como consecuencia de la Constitución del año 1980, promulgada en el mes de Octubre de ese año, adquiere su condición de cabecera de provincia.
Uno de los monumentos más importante de Los Andes, que nos recuerda la sublime protección de la madre santísima sobre la cuidad, es la imagen de la “Purísima Virgen del Valle” erigida en año 1902, por el reverentísimo padre Quiterio Guesalaga, Párroco de la Iglesia Santa Rosa.
Otro símbolo que destaca nuestra zona andina es el Monumento al Cristo Redentor, obra del escultor Argentino Mateo Alonso, erigida en la frontera de los dos países, construida en el año 1904, como símbolo de unión de los dos pueblos.
Por último el Himno oficial de nuestra ciudad, fue creación del recordado y gran profesor, maestro de la música, don Avelino Curaqueo Epuñan, en el año 1994.
En resumen este es el Los Andes que hemos heredado a través del tiempo, en donde, todos, como buenos andinos, tenemos que seguir luchando por hacer cada día más grande nuestra querida cuidad, que hoy en día ocupa el lugar número 16 entre las mejores ciudades de Chile, en el Índice de Calidad de Vida Urbana, elaborado anualmente por el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica y la Cámara Chilena de la Construcción.
FELICIDADES, Y VIVA LOS ANDES…. MUY BELLA CIUDAD
