El mundo al revés

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Señor Director:

«Con el título “El arte está de luto”, monseñor Gonzalo Bravo, Obispo de San Felipe, se refiere al lamentable deceso del malabarista Francisco, que actuaba en Panguipulli, muerto en estos días por un carabinero al que agredió cuando este quería controlar su identidad, según lo disponía la ley.

Para monseñor se trata de un “artista callejero que, con sus instrumentos de ilusión y alegría, ya no está entre nosotros”; y el sargento de carabineros que actuó, atacó a quien debió ser defendido y habiendo estado obligado a velar por la justicia y el orden, “está acusado de cometer un acto de atroz injusticia”; añade que “no puede ser que quien buscaba alegrar con su arte haya muerto, que quien prometió servir a la sociedad hoy esté acusado de quitar una vida”. Esta forma de presentar los hechos es, francamente, el mundo al revés.

Ya que monseñor Gonzalo Bravo ha entrado al ruedo de lo contingente, en el que, no obstante haber firmado como obispo de San Felipe, sin duda alguna no estamos los católicos practicantes vinculados por su investidura episcopal, y con el debido respeto por ella, pasamos, para cumplir un estricto deber de justicia, a exponer las razones de nuestra disconformidad con lo que ha dicho:

1. Con cincuenta años de ejercicio de la profesión de abogado, también en el campo penal, y casi otros tantos de docencia en una Facultad de Derecho en cátedras fundamentales, estimamos de toda evidencia que el sargento de Carabineros a quien el señor Obispo parece censurar actuó en legítima defensa, y además en laudable cumplimiento de su obligación de ejercer el control de identidad dispuesto por la ley, haciendo honor a lo que ha sido siempre nuestro ejemplar cuerpo de Carabineros;

2. La persona que lamentablemente murió en estos sucesos —cuyas posibles dotes artísticas en el malabarismo que subraya tan elocuentemente monseñor Bravo son irrelevantes en este caso— actuó contra la ley y contra el derecho a la tranquilidad de todo el público, desobedeciendo la orden de identificarse y agrediendo al sargento de Carabineros, que en esto, y en todo, honró a su benemérita institución, la cual contra tantas y tan inesperables adversidades vela por la seguridad de todos nosotros;

3. La doctrina cristiana dice por boca de San Pedro, en su primera epístola: “Por amor del Señor, estad sujetos a toda autoridad humana: ya al emperador, como soberano; ya a los gobernadores, como delegados suyos para castigo de los malhechores y elogio de los buenos. Tal es la voluntad de Dios…” (1ª, 13-14);

4. El laudable y santo afán por atraer a los que están contra el orden, la ley y la justicia no puede llevar a ponernos contra quienes los defienden.

Por último, los católicos quisiéramos haber visto —y ver— gastado al menos el mismo denuedo en la defensa de la ley de Dios contra los males de las leyes de divorcio, aborto por tres causales y otras que prefiero no nombrar, y de los proyectos de ley de aborto libre y eutanasia».

José Joaquín Ugarte Godoy

Abogado de la Academia Chilena de Ciencias

Sociales, Políticas y Morales

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