Por: Eugenio Astudillo Leal
El nombre de Los Andes tiene varias teorías relacionadas con lo que dio origen o esa nominación y por quienes. Una de ellas dice que quizás provenga de la palabra Quechua “Anti”, que significa “Cresta elevada”, mientras otro también creen que proviene de otra palabra del mismo vocablo “Antisuyo”, que usaban en el Imperio Inca para distinguir una de sus cuatros regiones montañosas bases, y otros también defienden que viene de la voz Aimara “Anta” que significa “Color de Cobre”
La denominación Los Andes para referirse a este cordón montañoso sudamericano, fue usada por primera vez por el escritor peruano – español Garcilaso de la Vega, en su crónica “Los Comentarios Reales de los Incas”, creada en el año 1.609, y la uso para determinar una zona montañoso cercana a lo que es la localidad del Cuzco; Perú, donde habían varios cerros con vetas de metales preciosos.
Si bien es cierto creo en todas las versiones entregadas para determinar el nombre de esta cordillera, yo personalmente me quedo con la versión etimológica española que dice, que los conquistadores usaron la denominación “Andes” para identificar las montañas que cultivaban los Incas, en donde, para no erosionar la tierra por los declives de los cerros, construían terrazas tipo andenes para desarrollar y mantener su exitosa agricultura.
Aparte de las teorías explicadas para tener idea de porqué se conocen estas cadenas montañosas como Los Andes, existen muchas otras más que juntan palabras originarias, castellanizadas y de otras lenguas, etc., que tratan de explicar el porqué del nombre de nuestra cordillera que adorna el oriente de nuestra ciudad, generalmente impetuosa y nevada. Lo único claro de toda esta introducción es que don Ambrosio O’Higgins, no pensó en ninguna de estos orígenes etimológicos para bautizarnos como “Santa Rosa de Los Andes”, prácticamente él observó que estábamos a los pies de las montañas con este nombre y nos encomendó a sus Santas preferidas
Teniendo claro que el nombre de “Los Andes” que hoy nos identifica en el concierto nacional e internacional, no tiene nada que ver con alguna condición especial que nos distinga con relación a nuestro origen, salvo estar a los pies de esta cadena montañosa, veamos entonces porqué nos antepusieron el nombre de ”Santa Rosa” como nombre original.
Remontándonos al Perú vemos que Santa Rosa de Lima nació en esa ciudad, que era parte del entonces Virreinato, el 20 de Abril de 1586. A los veinte años tomó el hábito de terciaria dominica, y consagró su vida a la atención de los enfermos y niños y a las prácticas ascéticas, extendiéndose pronto la fama de su santidad por todo Perú. Venerada ya en vida por sus visiones místicas y por los milagros que se le atribuyeron, en poco más de medio siglo fue canonizada por la Iglesia católica, que la declaró patrona de Lima y Perú, y poco después de América, Filipinas e Indias Orientales. Falleció el 24 de Agosto de 1617, a la edad de 31 años.
Don Ambrosio, cuando fundó Los Andes en el año 1791, previamente tenía elegido otro lugar para su creación, el que se ubicaba cerca de nuestra actual posición, en un sector de la comuna de San Felipe llamado Curimón, pero cuando manifestó ahí; en ese lugar, sus intenciones a vecinos y al señor cura del pueblo, ellos los persuadieron y lo convencieron para que lo hiciera en otro lugar, sugiriéndole que fuera a los pies del cerro “Quicalcura” o de “las piedras paradas”, que quedaba más a la mano para el camino hacia Argentina que ya era conocido. El fundador de la ciudad accedió a esa petición dadas las razones expuestas, creando así nuestra ciudad en el lugar de ahora, a los pies del cerro llamado hoy “De la Virgen”, al lado del Río Aconcagua, y en el inicio de la pre Cordillera de Los Andes, y le puso el nombre de Santa Rosa en homenaje a la Santas de su devoción; Santa Rosa de Lima, y a la Santa Rosa de Viterbo (Italia) patrona del Convento Franciscano de Curimón, lugar en donde originalmente iba a estar Los Andes.
Como resumen, nos debe quedar claro que nos llamamos “Los Andes” solo por estar a los pies de esta cordillera, y no porque nosotros le dimos el nombre a ella. Y por el lado de las “Santas Rosas”, es porque don Ambrosio, como todo pecador sentimentalmente avezado para sus tiempos, no le bastaba encomendarse a una sola Santa para el perdón de sus faltas, sino que a dos.