Por: Eugenio Astudillo
Toda la semana le han dado con todo a la decisión del Gobierno encabezado por don Sebastián Piñera, por no adoptar el pacto migratorio de Marrakech, ciudad importante del Reino de Marruecos, en donde se realiza una relevante reunión de la ONU al respecto.
La decisión del presidente se respalda en su justificada apreciación de que: ”El texto lesiona y no resguarda los intereses de los chilenos”, lo que a simple vista, para algunos autodenominados progresistas, no es una decisión valedera, o es difícil de digerir de buenas a primera, en un país en que como vicio, todo lo entrega a la intromisión de tribunales internacionales, dejando como chaleco de monos a nuestros impartidores de justicia
Pero les contaré algo decidor, que ocurre aquí en Los Andes, y que me hace entender ahora al presidente en su apreciación del tema, con aspectos que yo no lo había considerados hasta un par de días pasados; Historia real de inmigrantes; La noche del sábado, cuando nuevamente yo y buena parte de mis sufridos vecinos no podíamos dormir por culpa de la bulla estridente de los ballenatos y cumbias colombianas, que toda las noches de fin de semana ponen unos migrantes extranjeros con residencia en calle Manuel Rodríguez, Población Ferroviaria, que creen que son los únicos habitantes de Chile, recapacito y valoro positivamente la decisión del Mandatario, de que no es posible que cualquier extranjero, que por mucho haya tenido dificultades en su territorio de origen, llegue a otro país; en este caso Chile, al que ven como gran alterativa y salvavidas de su destino y futuro, y vengan a vivir y a imponer sus mismos pecados de existencia y de malas costumbres que lo hicieron alejarse de los problemas que actualmente tienen sus países de origen.
Cerca de mi casa, en un barrio no muy alejado del sector central de la ciudad, en donde convivo con colegios, salas cunas, iglesias evangélicas de fin de semana, gimnasio, clínica de diálisis, y 4 o 5 familias que gracias al plan regulador de la ciudad aún estamos allí, cada día más apretujados y dando excusas por aun de los pocos que vivimos en el sector, en ese barrio que fue distinguido; otrora, como residencial, con las grandes poblaciones Las Palmas y La Ferroviaria, tenemos un vecino, dueño de una casa, en una esquina importantes, intersecciones alternativas de ingreso a la ciudad por ese barrio desde San Felipe, que tiene su propiedad más dividida que las bancada del Congreso Nacional, al que se le ocurrió hace algún tiempo atrás arrendar unas de esas porciones; tipo bodega, a un grupo de Colombianos inmigrantes, que cuando agarran papa meten más bulla y algarabías que “Diputado sin Viático”, y que además, ponen la música todo la noche, a un volumen insoportable, lo que hace muy difícil a los vecinos de varias cuadras a la redonda, de reponer el cansancio diario de dueñas de casa, trabajadores, estudiantes universitarios, enfermos terminales, y lactantes, que viven en la cercanía y por los cuales no hay ningún respeto. ¿Y los colombianos? ¿Qué hacen al respecto? Todas las noches de sábados, y a veces también en otros días de la semana, con algunos amigos extras, de otros barrios, dele que suene con los cantos y bailes, más allá de la madrugada elevando el volantín, con cumbias y ballenatos, como en sus mejores días en Colombia, en donde, tengo entendido son todos más extrovertidos y fiesteros que nosotros. Ojo, pero en Colombia……estamos en Chile.
Reitero, con todo respeto para los inmigrantes de ese u otro país, estamos en Chile y no en medio del caribe, y aquí existen costumbres y leyes diferentes, las cuales deben asimilarse y respetarse, si se quiere de buena forma integrarse a nuestra sociedad y cultura. Como respaldo, les cuento, que este sábado recién pasado, Carabineros arribó al lugar entre las 06 y 07 horas de la madrugada, llamados por algunos vecinos, a tratar de imponer cordura en ese domicilio, tocando incluso pitos y sirenas de su carro policial para anunciar su presencia. Nadie les abrió la puerta y tuvieron que retirarse sin poder hacer nada.. Más atrás llegó también una camioneta de Paz Ciudadana y pasó lo mismo. Con suerte la sonajera duró esa mañana hasta las 8,30 horas.
Estimados vecinos de Los Andes, sé que este es un problema puntual de un sector, pero se está repitiendo en muchos barrios andinos, aconcagüinos y chilenos en general, en donde algunos extranjeros tratan de imponer sus costumbres excéntricas en vez de armonizarla con las formas de vida de la comunidad local. Por eso el Presidente tiene razón en no adherir a este Pacto Migratorio, en la forma no reglamentada y desordenada como está enunciada, que favorecen acciones como las descritas,
Bienvenidos inmigrantes que vienen aportar otra visión de vida a nuestro país, a tratar de crecer con nosotros y quedarse permanentemente, pero siempre y cuando sea con respeto a lo que ya somos y tenemos como tradición y costumbre, y no haciendo lo que ellos quieran hacer, burlando incluso a las autoridades policiales o de seguridad. Yo pienso que ante estas situaciones, siguiendo con el ejemplo de la inducción que se hace en las empresas a los nuevos trabajadores. y en los colegios a los nuevos años escolares de los niños y jóvenes, a estos nuevos vecinos internacionales se les debe hacer una instrucción mínima de cómo somos los chilenos en estas formas de respeto, y que se adapten si quieren vivir con nosotros. En esto hago una petición a las autoridades locales, especialmente a las que tienen que ver con la seguridad y Paz Ciudadana de nuestra ciudad. Los Andes es, más allá que las cuatro alamedas, y durante la semana, es importante, que emisarios municipales detecten y visiten a este y otros grupos de nuevos ciudadanos locales, recién llegados, y le lean la cartilla de lo que significa vivir en Los Andes, ya sea como chileno y/o extranjero,
Es importante que los inmigrantes vayan sabiendo desde ya, que la hermosa canción de Chito Faró que dice “Y Veras como quieren en Chile al amigo cuando es forastero” es una pura y gran verdad, pero mientras los extranjeros se porten bien y se incorporen respetuosamente a la vida laboral y social de la ciudad, respetando siempre a sus habitantes, teniendo siempre en conciencia, que lo principal en esto, es aprender a ser andinos, correctos y respetuosos, como a nosotros nos gusta, respetando costumbres, y nuestra forma de vida.