Según cifras de 2015 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), entre 2010 y 2015, un total de 935 personas sobre los 70 años se suicidó en el país. ¿Qué estamos haciendo cómo país para enfrentar esta realidad? Psicóloga de la U. San Sebastián, Nicole Chaigneau, entrega recomendaciones.
Para el año 2050, un 28% de la población en el país será adulto mayor según el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), reafirmando así lo ya anunciado años antes por varios: Chile envejece y necesita políticas públicas que vayan dirigidas a este grupo.
Uno de los puntos más críticos que se deben considerar en ese sentido, es lo referido a iniciativas enfocadas en prevención, y acá un dato no menor a abordar es la alta tasa de suicidio que se da en personas sobre los 70 años. Según cifras de 2015 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), entre 2010 y 2015, un total de 935 personas sobre los 70 años se suicidó en el país.
Pero estos números van más allá: la tasa de suicidio en personas sobre los 80 años alcanza a 17,7 por cada 100 mil habitantes, mientras que entre los 70 a 79 años, este índice llega a 15,4 por 100 mil habitantes. El promedio nacional se ubica en 10,2.
¿Qué estamos haciendo cómo país para enfrentar esta realidad? Según la psicóloga de la U. San Sebastián y experta en trabajo con adulto mayor, Nicole Chaigneau, hay que visibilizar ampliamente el tema, “ya que existe una relación entre las limitaciones en la autonomía que viven muchos adultos mayores, que no pueden hacerse cargo de las actividades básicas de la vida cotidiana, con una mayor ideación suicida”.
Asimismo, comenta que “existen estudios que han ido estableciendo una relación entre la existencia de enfermedades crónicas o degenerativas con la mayor incidencia de intentos de suicidio y suicidios consumados, los que se han visto asociados principalmente al dolor extremo o a una mayor sensibilidad y reactividad al dolor”.
Chaigneau puntualiza que existirían factores de riesgo asociados al suicidio en esta etapa de la vida, “los que configuran un escenario poco favorable para gran cantidad de personas en nuestro país: existencia de patología psiquiátrica (depresión, principalmente), aislamiento y/o sensación de soledad, situación económica desfavorable y pérdida de autonomía. Las investigaciones en el tema reportan que la experiencia de estos adultos mayores es que la vida se percibe como una carga y se visualiza el suicidio como un alivio o una salida anticipada, ante lo que observan ya como cercanía a la muerte. Habría un aumento del riesgo de suicidio si a la existencia de enfermedades, generalmente coexistentes, se asocia una depresión”.
En visto de lo anterior, la psicóloga USS cree que las políticas públicas para prevenir el suicidio “deben apuntar a visibilizar en todos los niveles la existencia de esta problemática en este país, en que gran cantidad de adultos mayores viven en la pobreza y en situaciones de aislamiento. Se necesita una política clara de prevención de la depresión en la adultez mayor, así como tratamientos eficaces para su abordaje”.
Así también, sentencia, “se requieren evaluaciones rutinarias desde el sector primario de salud para pesquisar riesgo suicida, además de intervenciones concretas para incrementar la calidad de vida de los adultos mayores. Estas acciones debieran implementarse en el corto plazo para evitar que las altas cifras de suicidio en esta etapa de la vida sigan incrementándose”.