Por: René E. León Gallardo
Tal vez, uno de los eventos sísmicos menos conocidos en la Historia de Los Andes, ha sido el que la villa experimentó, el día dos de abril de 1851. A juicio de los más antiguos residentes en Valparaíso “no recuerdan haber sentido otro temblor más fuerte ni de mayor duración desde el que ocurrió en el año de 1822” (La Tribuna, Santiago. 3 de abril de 1851). El fenómeno telúrico causó daños tanto en Santiago como en Valparaíso. La capital registró la pérdida de dos vidas a consecuencias del sismo. En la pequeña villa andina, la iglesia local era la que había quedado más dañada; muchas casas habían perdido sus tejas. Valparaíso, registraba una víctima mortal por el terremoto y varios heridos de diversa consideración. En El Mercurio de Valparaíso, del 10 de abril de ese año, se puede leer una comunicación llegada de Santa Rosa, el día 8:
“La mayor parte de los edificios se abrieron y algunos quedaron sin tejas. La Iglesia Matriz puede decirse que ha quedado en ruinas y de hoy a mañana se dará principio a demoler el frontis y las torres, para cuyo trabajo el Gobierno decretó 150 ps. En el acto que tuvo noticia del estado en que este edificio se encontraba” (El Mercurio, Valparaíso. 10 de abril de 185) .
No se informaba de víctimas fatales o de heridos en la villa como resultado del sismo. A las 06:41h de la madrugada, ocurrió el fuerte sismo. Probablemente ello, impidió que hubiera víctimas en el templo ya que la primera misa era a las 07:00h. El techo del templo se desplomó hacia el interior y pudo haber causado daños a los fieles.
El templo local, era sencillo pero de hermosa apariencia y tenía dos torres en su frontis. Su fachada había quedado desaplomada a consecuencias del terremoto del 19 de noviembre de 1822 y, tal vez, por ello sus daños con el terremoto de 1851, fueron tan importantes que hubo que demolerlo.
Por su parte, el párroco andino, informaba al arzobispo Valdivieso de los daños que el sismo había provocado en el templo de Santa Rosa:
VICARIO DE SANTA ROSA DE LOS ANDES
Abril 3 de1851.
El temblor esperimentado en la mañana del día de hayer, ha ocasionado en esta Iglesia Parroquial estragos de grave consideración. El frontispicio que desde algún tiempo atrás se encontraba inclinado diez pulgadas al oriente ha perdido cerca de otro tanto más de su aplomo; las dos torres y las murallas laterales se han partido en diversas direcciones, el mojinete del poniente perdiendo también de su vase se encuentra desprendido de los muros que le contenían, la techumbre en fin ha sido de tal modo removida que, puede asegurarse que a la parte del sur no es fácil distinguir el lugar que ocupaban las canales. Males de esta naturaleza no pueden remediarse con las mesquinas entradas del ramo de fábrica ni con la piedad de los fieles, no con lo primero porque a más de no haber un centavo en caja, el espresado ramo adeuda más de ochocientos pesos, y, aún cuando no tubiese que saldarlos, en lo abansado de la estación, sería imposible reunir fondos para atender a salbar siquiera la enmaderación de las lluvias del próccimo invierno, no con lo segundo, porque no presentándose medio entre la demolición del templo y el inminente peligro de que un segundo movimiento lo postre todo en tierra, por muchas que fueren las erogaciones de la feligresía jamás serían suficientes para la redificación.
Pongo todo esto en conocimiento de V.S.I. y R. para que si lo tiene a bien mande serrar la Iglesia, determine el local en que ha de funcionarse en lo sucesibo porque el riesgo es grande y se dirija al Supremo Gobierno pidiendo algún ausilio.
Dios gue. a V.S.Iltma. y Rma.
Jose Santiago Labarca
Al Iltmo. y Rmo. Sor. Arzobispo.
El activo párroco al constatar los graves daños de la iglesia parroquial, decidió trasladar los diversos oficios a la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, situada junto a la antigua Casa de Ejercicios, frente a la ubicación actual del Instituto Chacabuco.
Posteriormente, las autoridades y el párroco decidieron la demolición completa del antiguo templo en consideración a los daños que había sufrido la construcción y que no justificaban su reparación. Comenzó entonces, una gran campaña, que se transmitió entre los sucesivos párrocos hasta levantar un nuevo templo con una torre central en su frontis, cuya finalización se alcanzó en 1880 gracias a tremendo trabajo desarrollado por el párroco presbítero Vicente Martín y Manero.