Por Cristian Videla Santander – Psicólogo
La construcción de la historia del hombre ha tenido periodos en los cuales los modos de existencia humana han transitado por la ruta de la representación simbólica del patriarcado y lo matriztico. ¿Qué significa esto y porqué puede ser importante pensarlo hoy?
Revisando la literatura e investigaciones de Humberto Maturana nos damos cuenta que el “utiliza los conceptos de Cultura Patriarcal y Cultura Matríztica, como dos modos no excluyentes que una sociedad puede adoptar como forma fundamental de vida.
Una sociedad y quienes la habitamos somos parte de un modo de existir que en la cultura patriarcal está centrada en “la exigencia, la dominación, la competencia, la lucha”, es decir, una sociedad que es parte de un sistema económico imperante donde esos elementos se ensalzan y promueven en acciones y modos de vida superficial, material, competitiva, egoísta y despreciadora.
Por otro lado, la Matríztica, es una cultura donde el centro es la “cooperación, la participación, el cuidado, la atención, la alegría, el encanto de vivir y el hacer en el ámbito de lo natural todo aquello que podría tener como imagen la relación materno infantil.
Es finalmente una organización o modo de vida que se acerca más a la afectividad, la emocionalidad como condición biológica, la corporalidad y los símbolos de una construcción amorosa.
Dónde me ubico yo? ¿Cómo es mi modo de existencia? ¿Soy un colaborador – celebrador de la vida o un soberbio materialista que lucho por el poder y el dinero? ¿Son mis acciones nobles y apuntan al bienestar común o simplemente me he vuelto individualista, arrogante y preocupado solo de mi escalada de poder sin ética ni límites?
Esas son pocas de muchísimas preguntas que en términos bien generales y debatibles instala este artículo.
La invitación para finalizar, es a reflexionar respecto de cómo organizo mi modo de existir, desde dónde realizo mis acciones y finalmente la importancia de acercarse en esta “realidad compleja del vivir” por decirlo de alguna forma, a caminos con núcleos de afectividad y emocionalidad como sustratos de la construcción de nuestras vidas.