Por: Ps. Víctor Cortés Zapata
La sociedad chilena en su conjunto transitó hacia un nuevo paradigma del conocimiento, abarcando éste áreas socio-culturales amplias, rápidamente internalizadas en la subjetividad social; la concreción de tal fenómeno se halla expresado en posturas colectivas definitivamente de avanzada, deshinibidas de todo recato conservador, para manifestarse masiva y libremente contra todo tipo de abuso, como el de las colusiones de grandes empresas, entre ellas las farmacéuticas, las del papel o las del retail; su rechazo a la virulencia de la espúrea alianza financiera de megaempresas con determinados sectores políticos, así como en un plano diverso, la ocurrencia de la vigorosa e impresionante movilización nacional en contra del fracasado sistema de pensiones de las AFP, exigiendo la apertura hacia una canalización de reparto solidario, que tienda a favorecer a todo el sector pasivo, pues las necesidades humanas básicas, son iguales para todos los miembros de una sociedad de clases como la nuestra, las que deben ser satisfechas para cada uno de los habitantes del país. La conciencia colectiva dá cuenta de la pertinencia y necesidad del proceso de reformas llevado a cabo por el gobierno anterior, a pesar de los menoscabos causados por la oposición de ayer, en su utilización facilitadora y abusiva de las atribuciones del Tribunal Constitucional conformado con mayoría derechista. Esta realidad social no puede ser desconocida ni trampeada por el gobierno actual. Si así fuese, se expone al más rotundo rechazo de todos los sectores sociales, los que ven en dichas reformas, que constituyen ley de la República, como la gratuidad universal y la despenalización del aborto en tres causales, por ejemplo, cambios indispensables que favorecen a los sectores mayoritarios y más postergados de la nación.
Michelle Bachelet deja una huella de incalculable y potente valor social. Ha entregado a su pueblo, no solo la maravilla de su valor y coraje frente a la adversidad, primero frente a la dictadura inmisericorde con su padre y el exilio de su familia; luego, la bajeza, envidia y egoísmo malsano de una derecha, la más reaccionaria, tratando de involucrarla en situaciones comerciales de su nuera, en el insano propósito de destruirla como persona, tratando de afectarla en su moral como gobernante. Fue en vano, pues se encontraron con un ser humano lúcido, que no se perdió en la maraña de tergiversaciones, que sacudiéndose del saco de mentiras e infamias, dirigió, con cabeza fría y corazón ardiente, su programa de reformas en áreas básicas que el pueblo de Chile le agradece, y no permitirá ningún tipo de retroceso en el avance paradigmático socio-cultural que dio esta gran mujer, ejemplo de valentía, sensibilidad social, alta moral y sobre todo una tierna calidad humana.
