Por: El Peregrino
(Tomado del Ordo Litúrgico de la CECH)
El año Litúrgico comienza proyectando la mirada de la Iglesia hacia delante. No sólo hacía el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, ya acontecido en la historia, que conmemoramos cada 25 de Diciembre, sino también hacía lo que está por acontecer: su venida definitiva. Esperamos, así el nacimiento de Jesús en Belén (memorial situado en el pasado) y también su segunda venida, la definitiva, para instaurar en plenitud el reinado de Dios (histórica, situada en el futuro). Es la “doble espera” del Adviento, que tiene nombre propio: ESPERANZA. Una esperanza activa, confiada, y alegre en la llegada del Señor, que nació y vivió entre nosotros, que está siempre viniendo, que “es, que viene y qué vendrá” al fin de los tiempos. A través de los signos y textos propios de la riquísima liturgia de este tiempo breve pero denso, la Iglesia expresa su fe en la encarnación y en la venida escatológica de Cristo.
En el pasado el Adviento tenía carácter penitencial, del cual quedan algunos signos: el color morado de los ornamentos y la supresión del canto del “Gloria” hasta la Misa de Navidad. Pero lo más propio de él es ser un tiempo de gozo, de expectativa confiada. Tal como la Cuaresma, en el Adviento también está presente la idea de la conversión, que es necesaria antes de todo momento fuerte de la fe. Su ritmo litúrgico está dado por los cuatro domingos de Adviento que culminan en la solemnidad de la Natividad del Señor, el 25 de diciembre. Este ritmo tiene una elocuente expresión en el signo de la corona de Adviento, en la que se van encendiendo uno, dos, tres y cuatro cirios, para significar la luz que crece hasta el nacimiento de Cristo, “Luz verdadera”. Comienza con las primeras vísperas del domingo que cae el 30 de noviembre o es el más próximo a ese día, y termina antes de las primeras vísperas de Navidad. Tiene dos periodos: el primero que va desde el inicio hasta el 16 de diciembre, más orientado a la espera escatológica y el segundo desde el 17 de diciembre hasta la Navidad, más orientado a la memoria del nacimiento de Jesús.
Además de Jesucristo, las figuras principales del Adviento son, en primer lugar María, la Virgen de la espera, luego Juan Bautista, el profeta que anuncia al Mesías esperado, y algunos de los grandes profetas de Israel: Isaías, Jeremías, Baruc, Sofonías y Miqueas.