Por: Eugieno Astudillo Leal
Y ya estamos a 2018. Hace poco más de 24 horas atrás despedíamos con algún análisis emocional y subjetivo lo que fue para cada uno de nosotros el año 2017. Pensábamos; Que estuvo bueno en trabajo. Que anduvo mal en salud. En el amor a esta edad ni que hablar. En amistades; ya van quedando pocos amigos de entonces. En compañía; se sigue aumentando la soledad. Y así muchos otros análisis, no muy buenos, para los que ya estamos en la sala de espera para el viaje final.
No es que uno sea pesimista, pero los viejos de hoy nos enfrentamos a varias disyuntivas extras, que nuestros antepasados ni siquiera lo soñaron. Antiguamente llegar a viejo era alcanzar un grado de respeto superior, sabiduría, fuente de resguardo de los valores sociales, familiares y morales. ¿Hoy quién se acuerda de eso? ¿Quién consulta a un viejo para tomar decisiones futuras? Ningún joven actual en su sano juicio lo haría.
En esto aclaro, pienso así, no porque la generación de ahora sea mala, sino porque la modernidad, la tecnología, y la abolición de los valores tradicionales conservados por épocas, y los nuevos temas de educación formativa, lo han cambiado todo, y ahora, en la vida actual, todo se concentra en hablar y actuar dentro del llamado progresismo, los emprendedores, el libre mercado, en las oportunidades, y también, fuertemente, en valores corruptos y anti natura.
Hace 50 años atrás, en mi adolescencia, la movilización publica eran los coches Victoria y a Santiago y Valparaíso se iba en tren. En la zona aún había teléfonos Magnetos o a Batería Central por medio de operadoras. Solo existían radios A.M., y se veía con suerte el Canal 4 de UC de Valparaíso. De pronto todo cambio. El avance tecnológico ha sido muy rápido. Todo se modernizó, y ahora hasta las mascotas tienen celulares. ¿Y los pobres viejos? En un rincón de varios hogares, sufrimos el más grande ataque a nuestra; hasta entonces, asegurada veneración por sapiencia, el embate brutal de la tecnología, las nuevas ciencias y el trastoque de valores actuales. En otras palabras, quedamos obsoletos.
Hoy los viejos vivimos cada vez más solos y alejados porque la cibernética, el internet, las redes sociales, y otros adelantos hundieron la figura del abuelo que lo sabía todo. Ya nadie nos consulta. Además, los grandes valores morales y sociales de siempre, en menos de un cuarto de siglo se fueron al tacho. Ahora mientras más raro eres, más garantías tienes. Los credos religiosos que normaron nuestro crecimiento de entonces, están más invalidados que la Nueva Mayoría. Y para que hablar de la confusión política. Los que antes eran malos ahora son los buenos, y los que ahora son los malos antes fueron buenos. Lo único claro es que los dos bandos parecen que estudiaron en la misma Cátedra y Universidad: “La Progresista Universidad de la Corrupción”, y se especializaron en fraudes al fisco, colusión, y financiamiento indebido de las campañas políticas.
En resumen, los Abuelos sufrimos actualmente varios tipos de soledades; La tecnológica, porque estas ciencias en nuestros tiempo aún no se inventaban, la ética y religiosa, porque ya no se nos consultan de moralidad divina e historia sagrada porque nuestros credos religiosos fueron superados por la realidad, y además, ya no somos la base moral referente de la familia, porque hablar de un matrimonio como era antes, entre un hombre y una mujer, ahora, es una blasfemia para el mundo progresista y me costaría hasta unos días en la cárcel, y menos podemos hablar de política, en dónde; en ambos sectores, aún quedan abuelos, varios más viejos que yo, que han dedicado toda su existencia a vivir ofertando soluciones malas a las calamidades del prójimo, con altos sueldos mensuales, que no quieren soltar la mamadera pública, y que tienen gran culpa en las vicisitudes y desgracias que todavía pasan en nuestro país.
Por eso le puse a esta crónica El Tiempo Pasa, porque nos vamos poniendo viejos, cada vez más aislados, en varios rincones de la población, en un mundo cada vez más difícil, con grandes avances tecnológicos, que nos hunde cada día más en el analfabetismo digital y cibernético, en donde sin celular y redes sociales no eres nadie
Con mucho respeto les digo a los ahora jóvenes, que a pesar de la mucha tecnología, y los nuevos grandes conceptos de modernidad y progresismo actualmente tenemos, ellos no son suficiente para asegurarnos prosperidad y progreso en los años venideros. Que con el poco amor comprometido con el que hoy funcionamos, más la falta de comunicación directa; mirándose a los ojos, que hoy tenemos en las familias y parejas, más la peligrosa permisibilidad ética y moral; a todo limite, que hoy estamos aceptando ligeramente, y algunos horripilantes cambios de valores formativos humanos, que de ser aceptados realmente dan ganas de morirse, pocas ganas me dan de desear prosperidad y progreso para este y los próximos años.
Pero, Alabado. Aún queda una salvación, y esta está solo en ustedes: Analicen cada uno como quieren que sea su vejez. Anticípense a esta edad adulta ahora. Vean lo que van a dejar y como se sentirán tratados por lo que ya están dejando. Entonces reaccionen. No pierdan la oportunidad de sentirse y actuar como seres humanos; siempre, ante el dolor y el amor. Aprovechen la tecnología a su alcance en forma racional y correcta, para su crecimiento intelectual y emocional. Busquen desde ya un pertinente equilibrio tecnológico y humano, en donde el hombre sea siempre el superior, y no un esclavo por siempre, de una descontrolada tecnología manipuladora, que ya ahora nos ha desplazado a nosotros, los viejos, y que a futuro, si no cambian las cosas, los apabullara de la misma forma a ustedes.
AUN ES TIEMPO CHIQUILLOS… USEN SUS HABILIDADES Y SIGAN SIENDO DUEÑOS DE SUS VIDAS. LA TECNOLOGIA ES CIENCIA. LOS VIEJOS TAMBIÉN. FELIZ 2018