Por: Patricio Valdés, académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Chile
Cada familia, independiente de su composición, con la finalidad de llegar a fin de mes sortea de diversas maneras las vicisitudes que su realidad económica le impone, lo que realiza mediante el manejo de su capacidad adquisitiva y de endeudamiento para obtener los bienes y servicios básicos como la alimentación, vestuario, educación, salud, entre otros.
Los bienes básicos de consumo forman parte de la denominada Canasta Familiar, la que a su vez permite al Instituto Nacional de Estadísticas realizar mediciones sobre las variaciones que experimenta el IPC (Índice de precios al consumidor).
La canasta familiar se compone de un conjunto de bienes y servicios adquiridos de forma habitual por una familia, y los bienes que la componen se determinan conforme a las conductas de consumo y el presupuesto con que ellas cuentan.
El Impuesto al Valor Agregado (IVA) es un impuesto que deben pagar los consumidores al Estado por el uso de un determinado servicio o por la adquisición de un bien. Se trata de una tasa o porcentaje que se calcula sobre el valor del consumo de los productos o servicios de las transacciones comerciales.
El IVA es un impuesto que afecta directamente al consumidor final del bien o servicio, así por ejemplo por la compra del pan que su familia paga diariamente, el 19% corresponde al impuesto que debe pagar al Estado por dicha adquisición. Este porcentaje nos sitúa como el tercer país de América Latina y el Caribe con el IVA más alto.
En cuanto a porcentaje el IVA de Chile es equiparable al 19,2% promedio que aplican los países OCDE, pero la gran diferencia recae en que en nuestro país este impuesto representa el 41% de la recaudación fiscal impositiva, la que a su vez representa el 54% de los ingresos del Estado (2014).
Entre las funciones que deben cumplir los impuestos y los estados, resalta la redistribución de la riqueza, lo que en nuestro país resulta fundamental para disminuir las desigualdades económicas que nos afectan, y que se incrementan en cada nueva medición. Es en este sentido que hemos de criticar la aplicación del IVA a los productos que componen la canasta familiar.
El IVA es un impuesto regresivo e injusto, ya que afecta en mayor medida a las clases sociales más desfavorecidas (o menos favorecidas si usted es de los que mira el vaso medio lleno) ya que atenta contra los que menos tienen, a aquellos individuos que sin capacidad de ahorro, destinan todos sus ingresos a la adquisición de aquellos bienes que conforman la canasta familiar y que se encuentran gravados con este impuesto.
La eventual eliminación del IVA de la canasta familiar permitiría aumentar “la renta” de las familias, las que podrán destinar esos recursos al ahorro o consumo. Dicha eliminación provocaría una menor recaudación fiscal, la que deberá ser suplida por otro tipo de impuesto como la Renta, la que se caracteriza por ser progresivo, gravando a quienes más ingresos ostentan, contribuyendo a la redistribución de la riqueza.