Centenares de feligreses recibieron el domingo 30 de septiembre al religioso, con mucha esperanza en la Catedral de San Felipe.
Acompañado por los sacerdotes, diáconos y ministros de la diócesis, el Padre Jaime Ortiz de Lazcano hizo su entrada al templo pasadas las 17:00 horas, donde todos los fieles lo recibieron con alegría y esperanza, al iniciar este nuevo camino para la Iglesia que peregrina en Aconcagua y Petorca.
Al iniciarse la celebración, el padre Francisco Plaza, Secretario Canciller de la Diócesis de San Felipe, leyó el decreto donde se anuncia por mandato del Papa Francisco el nombramiento de Padre Jaime Ortiz de Lazcano Piquer como nuevo Administrador Apostólico sede vacante de la Diócesis de San Felipe, para posteriormente continuar con las lecturas del día.
En su homilía el Administrador Apostólico expresó “Sabemos, hermanos, que la Palabra trata siempre y tiene el poder de iluminar la historia cotidiana, nuestra realidad de hoy tanto personal como comunitaria. Cuánto parecido entre la Palabra del Libro de los Números y la realidad que estamos viviendo hoy como Iglesia. Pareciera que hemos perdido totalmente la dimensión profética que Dios nos ha encomendado para bien de la sociedad. Hoy estamos tremendamente cuestionados como Iglesia Institución, también en lo personal, muchos hermanos se han alejado de la Iglesia con cierto desencanto y desconsuelo, otros hermanos están confundidos por no decir menos, y no son pocos los hermanos que sienten vergüenza de confesar su propia fe y de decir abiertamente que son creyentes”.
Más adelante continuo “Sin embargo, el Señor nos ama, nos ama profundamente, nos dice la verdad para ayudarnos, para sacarnos del letargo en el que nos hemos metido, y hoy el Señor quiere alegrarnos, porque como dice San Pablo: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. La Iglesia de Jesucristo tiene una fuerza infinita, precisamente porque es el Señor el que la guía y la alimenta. Con el Salmo Responsorial hemos respondido a la Palabra del Libro de los Números: “Los preceptos del Señor, alegran el corazón”. Así es, bendita Palabra que acabamos de escuchar, pues es dura, incómoda, incluso hiriente, pero nos quiere ayudar a salir de nuestra ceguera y ponernos nuevamente en camino hacia la casa del Padre. Tenemos siempre un terrible enemigo que es el orgullo, el maldito orgullo. Hemos dicho con el Salmo: “Pero, ¿quién advierte sus propios errores? Purifícame Señor de las faltas ocultas, presérvame del orgullo para que no me domine”. Una vez que reconocemos lo que la Palabra nos denuncia, una vez que no nos defendemos ante lo que el Señor, con amor, nos dice, entonces inmediatamente encontramos paz, una paz profunda, la certeza de que el Señor está con nosotros amándonos y no condenándonos: “La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma”.
Finalmente el Padre Jaime manifestó “Quiero hacer un llamado muy especial al Pueblo de Dios de esta querida diócesis, muy especialmente a los Laicos. Ustedes son las fuerzas vivas de la Iglesia, ustedes son el verdadero futuro de la Iglesia. Sin ustedes, sin su esfuerzo, sin su amor a Cristo, los Pastores somos como generales sin ejército, nuestra vida y servicio deja de tener sentido; el Testimonio de los Religiosos y Religiosas se desvirtúa y desdibuja; la vida de la Iglesia se empobrece totalmente. En este momento tan delicado y difícil que estamos viviendo como Iglesia, donde todos estamos muy golpeados, en donde las palabras no cuentan y nadie las cree, es más que nunca el momento del Testimonio, de las obras, las que el mundo y la sociedad necesitan para volver a creer. En este sentido, es una tarea que nos compromete a todos”.
Una vez culminada la eucaristía, el Padre Roberto Gilbo, Vicario General dirigió unas palabras de bienvenida al Administrador Apostólico, que sin duda agradeció tantas muestras de cariño en esta celebración. Luego se disfrutó de un compartir con los feligreses de la diócesis de San Felipe.