Por: Rodrigo Durán Guzmán
A estas alturas ya dejó de ser un secreto a voces y los sondeos lo demuestran. Sin ir más lejos, la última encuesta CEP establece que el candidato presidencial de Chile Vamos, Sebastián Pïñera, duplica porcentualmente a cualquiera de sus potenciales contendores, ganando tanto en primera como en segunda vuelta presidencial.
A la luz de este sondeo, sumado a otros tales como Cadem y Adimark, bien vale revisar cuales son las prioridades de interés para las chilenas y chilenos en una agenda legislativa marcada por temas valóricos que, no necesariamente, representan urgencia para la ciudadanía como sí lo son la delincuencia e inseguridad ciudadana, educación, manejo de la economía y salud. Todos, temas ciertamente en los cuales el oficialismo ha quedado al debe durante este paréntesis de cuatro años dejando una mochila pesada para el próximo gobierno.
No obstante, y sobre este último punto en particular, la oposición no puede ni debe confiarse en los positivos resultados de percepción pública en cuanto a que la carrera presidencial está ganada. Esto sería un acto suicida considerando la voracidad por el poder que sí detenta el oficialismo y que se hará sentir especialmente este año desembolsando por completo lo que va quedando en la billetera fiscal. Esto en Chile Vamos lo saben y por eso de seguro redoblarán los esfuerzos por consolidar la decisión del votante probable y persuadir al votante indeciso, al mundo independiente, liberales y del centro político.
Cierto, los fantasmas de la elección de 2009 ya comienzan a rondar por las cabezas de uno y otro sector pero hay una variable que nadie ha considerado y que será decidora al momento de inclinar la balanza para uno u otro sector: la incapacidad legislativa, falta de profesionalismo, pérdida de confianza, promover la cultura del despelote, borrrar del mapa geopolítico los acuerdos – consensos como oportunidad para establecer diálogos y la mala conducción política del gobierno de Michelle Bachelet.