Por @rodrigosolo
Hablemos de fútbol, opinemos a destajo, porque hablar de fútbol permite subjetividad pura, inventar cualquier tesis es válida. Y el tema no puede ser otro que este chico con raíces de Penco, con parientes dueños de Fanaloza y que tiene una peculiaridad: no habla chileno, el idioma con más chuchadas en el mundo mundial.
Ben está en wikipedia. ¡Qué jue! Lleva 133 partidos en la liga inglesa con 17 goles en el Notting Forest y el Blackburn Rovers (lo escribo así como los comentaristas deportivos con estadísticas que quién sabe a quién puede serle útil).
Pero esos dos párrafos son sólo introductorios, no medulares. Es en éste al que vamos al hueso sobre este chico que corre desbocado por la cancha, un poco desarmado por su metro ochenta, pero patéandole las canillas a Messi o gambeteando a un defensa boliviano para mandarse su primera pepa como titular a los diez minutos. Apareció al fin un lauchero, un tipo que agacha la cabeza y corre directo al arco y lanza su puntete sin finura.
¿Se imaginan que se mande un par de goles por partidos de lo que queda? Sería una nueva era, los millonarios cracks vigentes del pase cortito serían desplazados por un chico de segunda que lo único que soñaba era meter cañonazos por el país que lleva en su sangre del que aún no sabe un comino pero que le hace sonreír en los casi goles, en las jugadas que casi salen con sus colegas delanteros, en que podemos pensar que no nos quedaremos en un casi casi sino que volveremos a ser campeones y ya no será cueva sino una pata bendita del quien menos las tenía, del que cobraba más barato pero corría más fuerte para compensar su poca fama y su nula fineza futbolera.
Benjamin Antony Brereton pinta pa’gueno, para ponernos de pie, para ilusionarnos con algo tras este par de años de mierda que hemos terminados adoloridos y enemistados.
La pasión del fútbol era la luz que faltaba en nuestra pieza oscura.
Es hora de ser héroe, diría Ben 10, el original.