ESCUELA DEL SIGLO XXI, AÑO MMXVII

ESCUELA DEL SIGLO XXI, AÑO MMXVII

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José Ramón Toro

Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán

Respetados Padres y Apoderados, queridos estudiantes.

He usado el concepto Escuela, no colegio ni clases, tampoco año escolar. ¡ESCUELA!

En efecto, porque la Escuela no es el colegio, ni el Liceo. La Escuela es la Familia, el Hogar.

En esa Escuela están (o debieran estar) los grandes maestros de la vida.

En esa Escuela los pequeños aprenden las cosas básicas tales como el sentarse bien en la silla (no en la mesa o en los respaldos de las sillas o bancas como algunos lo hacen en la plaza).

En esa Escuela, se aprende a saludar, a preguntar y bien responder.

Allí se aprende el sentido y gusto del estudio o el para qué estudiar.

En la Escuela de la familia se aprende la puntualidad y presentación personal.

En la Escuela de la familia se aprende a dialogar, conversar, discutir con los términos y palabras adecuadas para que la otra persona no sea ni se sienta agredida.

En la Escuela de la familia se aprenden los valores que permiten convivir de modo armónico y feliz con los demás en una sala de clases y, en el patio del colegio o Liceo.

En resumen, los Padres son los Maestros que enseñan a hablar, relacionarse con los demás, a leer y escribir. Ellos son quienes toman la mano de su hijo para indicarles las primeras letras y, le enseñan a pronunciar bien las primeras palabras.

La Gracia del Conocimiento y del Estudio, la Gracia de la Comunicación y de la sana Convivencia, la Gracia de los grandes Valores incluso de los Sagrados, pasa necesariamente por la Gracia de los Padres en la Escuela de la familia.

Con todo lo anterior, queda claro que, el trabajo de los profesores no es hacer “la pega de los padres”.

El trabajo de los profesores es ayudar a sus hijos en sus conocimientos, darle forma a estos, darle el sentido de universalidad al conocimiento, el orientarles para que relacionen un área del conocimiento con otra y que desarrollen un espíritu crítico. Por ejemplo, el saber relacionar Matemática con música o con el arte de dibujar. Biología con Educación Física. Lengua Castellana con Historia…, en un mundo globalizado ninguna disciplina es “autosustentable” (para usar un concepto de moda), nuestra lengua u otra (Inglés por ejemplo), son muy necesarias para entender la Física, Química, Historia, Filosofía…

Nuestro trabajo no es “llenar” la cabeza de sus hijos con conocimientos, no es pasar y pasar “materia” (como se decía antes) y, mientras más cuadernos tenga en determinada asignatura, mejor será ese profesor porque “les enseña harto”.

La “materia”, hoy, llamada contenido e información está en la “Nube” (no en las nubes) y, de allí sus hijos “la bajan” (antes vivíamos en las bibliotecas con un libro en la mano).

Los niños y jóvenes de hoy, saben muchísimo más que nosotros a igual edad. Porque la información que disponen es inmensa gracias a Internet.

Lo complicado es enseñarles y educarles a tener una actitud crítica frente a esa gran cantidad y variedad de información. Ese es el gran desafío en la educación, que sepan “filtrar” lo que leen u observan en un video, con espíritu crítico.

¿Está usted preparado para ello?

No basta con prohibir determinados sitios de internet, ni controlarles en casa. El antiguo computador lo tienen en el bolsillo con su celular.

Para terminar, les sitúo en nuestra sociedad. Sociedad de la competencia, de la Libre Competencia donde su hijo será un “producto” y será visto y evaluado como un producto bueno si produce y tiene éxito. Producto bueno, viable y rentable para cualquier empresa si rinde y produce.

Pues bien, tal vez sea demasiado idealista pero la Educación que buscan es precisamente ésa. Porque pasó a ser parte de la cultura del desecho, de lo efectivo, del inmediatismo.

Quienes hablan de Educación de Calidad, apuntan precisamente a eso y, no consideran y olvidan la importancia de la Escuela de la Familia.

Les dejo una inquietud que, ojalá la consideren, producto de mi experiencia como formador de jóvenes. Trate de educar a sus hijos en la felicidad, para que sean felices. Cuando lleguen del colegio no le pregunten ¿Qué te pasaron? ¿Qué te enseñaron?, pregúntele si lo pasó bien, pregúntele si hubo algo que lo hizo reír. Crecerán y esperarán con ansiedad el día de mañana porque en el colegio “son felices”.

Una pregunta: ¿Conoce a un infeliz (no feliz) deseoso de aprender algo nuevo?

Ellos felices, sin darse cuenta (pero gracias a usted) en la medida que crezcan y maduren habrán aprendido el sentido y el valor de las cosas y pasarán por alto y no se quedarán pegados en el precio de las cosas. Hay una gran diferencia en ello.

Que sea feliz

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