Mientras el Gobierno estudia la factibilidad de crear la Región de Aconcagua, investigadores advierten que esta medida podría no aportar a una descentralización efectiva, sobre todo de cara a la elección de los gobernadores regionales.
«La paradoja, advierte el estudio de la Universidad Andrés Bello y la función Nuevas Contingencias Sociales, estaría en que elegir estos cargos -bajo la actual división territorial- podría concentrar aún más el poder político, por la baja visibilidad y votantes que tendrían en comparación, incluso, a algunos alcaldes. La comuna de Puente Alto, por ejemplo, tiene 568.106 habitantes según el Censo 2017. Es decir, más gente que la Región del Ñuble, que contará con 480.609 personas», señala un artículo de Valentina González en El Mercurio.
RIESGOS
El estudio plantea que la creación de más regiones diluiría el peso relativo que cada una tiene. «La gente valora mucho la cercanía, pero no hay que olvidarse de que las autoridades regionales compiten por la atención de los medios y, a través de eso, en la arena política», explica Gonzalo Valdés, director de Estudios de la fundación.
En la OCEDE lo usual es que la relación entre la población de la región más poblada y la segunda sea de 1,3. En Chile, en tanto, esa razón es cercana a 4. «Chile es el país (OCEDE) con mayor desigualdad regional en términos de población, reduciendo la competitividad de políticos regionales», añade.
PROPUESTAS
Para corregir esto, el informe propone crear siete «macrorregiones» que agrupen a una cantidad de población relativamente similar. «Una cosa es que efectivamente sean región y sean reconocidas en su herencia y cultura. Pero perfectamente se podría hacer que los gobernadores sean asociados a macrorregiones», propone Alvaro Bellolio, director ejecutivo de la fundación.
Por su parte el subsecretario de Desarrollo Social, Ricardo Cifuentes, asegura que la idea jamás ha sido descartada. «No es incompatible crear regiones y macrorregiones», dice.
Asimismo, asegura que «las regiones hay que crearlas cuando existen argumentos más subjetivos, no solo objetivos. Por ejemplo, la identidad». Agrega que «por un lado, usted puede tener una propuesta técnica, de dividir el país de la mejor y más eficaz manera, pero choca con la realidad de las demandas ciudadanas en el territorio (…) La realidad, desgraciadamente, es más rebelde que la teoría y se impone de otra manera».