Por: Carmen Gloria Fernánez,
Académica Escuela Nutrición
y Dietética U, Andrés Bello.
La ley 20.606, cuyo principal objetivo es la protección de la salud nutricional de la población infantil, entró en vigencia el 27 de junio del 2016. La ley se ha implementado progresivamente, decretando límites para energía, sodio, grasa y azúcar en 100 gr o 100 ml de alimento, los que cada vez se van poniendo más estrictos.
Ya en la tercera etapa de implementación de la ley, haciendo un mayor análisis de lo que ha generado esta modificación estructural a la forma de presentar los alimentos envasados, destaca su mediática implementación. Recordemos que generó gran revuelo en la industria alimentaria y quioscos escolares, en su inicio fue acompañada de publicidad ministerial y todos estábamos bastante atentos a lo que pudiera generar.
La SEREMI fiscalizó, los medios opinaron, la academia generó investigaciones, la industria adaptó preparaciones y, al parecer, todo se quedó en un gran entusiasmo, ideas brillantes, desgaste de energía y abandono a la población durante el proceso de implementación.
En 2017, el estudio 3D realizado por GFK Adimark, indicó que la ciudadanía identifica los sellos, que los entiende, pero no modifica su elección. Mientras que recientemente, la Escuela de Nutrición y Dietética de la UNAB generó un informe sobre las inconsistencias del etiquetado, detectando información errónea al momento de etiquetar en ciertas circunstancias.
Aún o sabemos lo que sucederá con el estado nutricional de los niños. Mi augurio es que no pasará mucho si no se aborda el problema con seriedad y con medidas que además de fiscalizar que los alimentos posean rótulos, apunten a la verdadera protección del estado nutricional, esto incluye educación alimentaria de calidad, realizada por nutricionistas presentes en los espacios de consumo de alimentos.
Los más lamentable del abandono a la implementación de la ley es que finalmente pasa sin pena ni gloria y no mejorará el estado nutricional poblacional.