Hace algunas décadas atrás el concepto del “voluntarismos” en Chile tuvo algunos cambios en la percepción de la opinión pública, que lamentablemente restó valor e importancia a instituciones que ya por siglos venían desarrollando actividades voluntarias en el país y que se vieron opacadas en su percepción global, por la proliferación de los otros servicios entregados también en forma gratis, pero atadas a organismos estatales, u otras entidades públicas, que de esta manera querían conseguir proximidad con la comunidad, y difundir las obras y propósitos de ciertos ministerios o entidades de gobierno. Bajo este efecto, hubo un instante en que nos llenamos de damas, de diferentes colores u actividades, que hacían diversas cosas, para también variadas personas, lijadas a intereses institucionales de ciertos estamentos del estado, las que, para llegar a ellas, había que ser familia o cónyuge de los Jefes, o preferidos de algunas importantes autoridades, que le daba esa plataforma voluntaria, para hacerlos personajes conocidos.
Lo bueno de esto, fue, que instituciones señeras, cuya base es el voluntarismo sin interés, lograron diferenciarse y crecer en el tiempo, dando muestras de sus íntegros principios; me refiero a los Bomberos, a la Cruz Rojas, y a las Damas de Rojo, que tradicionalmente han existido en nuestra ciudad, y cuentan ya con muchos años al servicio de Los Andes.
En esta oportunidad, con mucho respeto me referiré a un caso singular del Cuerpo de Bomberos de Los Andes, que el pasado 18 de Septiembre cumplió 130 años de vida al servicio de la ciudad, y que, entre otras actividades conmemorativas, premió, como de costumbres, a sus voluntarios por años de servicio. Uno de los destacados en esta oportunidad fue el señor Exequiel Baez Tapía, voluntario con 65 años de servicios en la Segunda Compañía, y con una edad superior a 80 años.
Don Exequiel, o el “Pato Baez”, como lo llaman sus amigos, siempre destacó en su vida bomberil por ser un voluntario muy resolutivo y eficaz en lo que en jerga de bomberos se llama servicio activo, él fue por muchos años Teniente, Capitán y también Comandante de la institución, con una extraordinaria capacidad de mando y organización. Muchos, entre esos yo, fuimos sus alumnos, en el largo período de formación bomberil, y fuimos, y somos, hasta el dia de hoy. sus admiradores por su noble espíritu de entrega y sacrificio, y como dice el juramento de bombero; “Sin recibir recompensa“, Pero además, y lo que hace tan grande a este hombre de origen modesto y esforzado, fue su gran corazón solidario y humano, lo que lo llevó junto a su esposa; ya fallecida, a formar un singular hogar familiar, en donde acogió, junto a sus hijos e hijas, a un innumerable grupo de amigos, jóvenes y niños, que por diversas cosas de la vida, en algún instantes, no tenían donde cobijarse o alimentarse en forma digna.
Exequiel y Teresa, por su amplio concepto de la solidaridad que siempre tuvieron, acogieron en su hogar, a muchos jóvenes y señoritas, que ahora son gente de bien en nuestra sociedad, Ellos, además, fueron parte inicial de la brigadas femeninas, que tuvieron las Compañías de Bomberos de Los Andes, hace ya varias décadas, y entre otras cosas privadas, y lo más importante, es que en su condición de familia de recursos limitados, como lo era la casa de un esforzado maestro de la construcción; hace medio siglo, demostraron con válidos ejemplos, que en la solidaridad, no solo el dinero vale, sino que también, los valores y el sacrificio humano por servir.
Desde las páginas de este querido diario de Los Andes; ”El Andino”, y para que toda la ciudad se enteré, lo que existe aún muy a menudo, detrás de una noble casaca de bomberos, te rindo este pequeño y sincero homenaje, estimado Director Honorario y Bombero Insigne de Los Andes, Exequiel Baez Tapia, en un agradecimiento como ciudadanos andino de tu gran ejemplo de vida comunitaria, que a muchos nos ha entregado, como humanos y bomberos.
(Eugenio Astudillo Leal)