Falta de conductas cívicas

Falta de conductas cívicas

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Eugenio Astudillo Leal

Cuando tuve uso de razón, allá hace poco más de 6 décadas atrás, me di cuenta que era un cristiano Católico–Romano, que ya estaba bautizado, porque era la formación que mis padres querían para mí, y así seguir con la tradición religiosa de la familia, cuestión que después, con el tiempo se reforzó, cuando me matricularon en toda mi educación de Preparatorias en el Instituto Chacabuco, en donde, aparte de enseñarme las formas de a amar a Dios, me iniciaron en mi condición de chileno, entregándome valores de convivencias ciudadanas del país, los que reforzados con los principios cristianos de esa congregación, sumaron mi base de comportamientos que me llevaron ser, en todo lo ya transcurrido de mi vida, un hombre con valores patrios, costumbres, y hábitos ciudadanos chilenos dignos y solidarios, y también, como uno más de los feligreses católico, dando ganancia así, a la patria y a esa religión, que de esa forma aseguraban buenos seguidores de sus causas.

Pero el aprendizaje valórico patrio no culminó ahí, en ese Instituto, pues, cuando mis padres me llevaron a estudiar mis Humanidades al Liceo Max Salas Marchán; que tenía otro nombre en esa época, mis nuevos profesores laicos, en general, con sus modelos de enseñanza pública, me reforzaron; aparte de sus especialidades, en mi educación ciudadana con sus experiencias y vivencias, culminando esa función de formación para ciudadano, en Quinto y Sexto de Humanidades, en donde, dentro del currículo de enseñanzas obligatorias, estaban los ramos de Educación Cívica, y después, Economía Política, en los cuales, en mis dos últimos años de educación Secundaria, me dieron pautas para comenzar mi vida adulta, como vecino, andino y ciudadano chileno, entendiendo claramente la responsabilidad íntegra de lo que significaba ser parte de los habitantes de este, mi país.

Cuento todo esto, porque cuando veo y aprecio la falta de valores ciudadanos de muchos jóvenes de ahora, que son soberbios y suficientes solo gracias a la tecnología que les regaló nuestra generación mundial, la que; al parecer, les hizo más mal que bien, que no respetan normas ni conductas solidarias emitidas por las autoridades nacionales para parar; por ejemplo, la actual pandemia del Coronavirus, que son cero disciplinados en respetar conductas y acciones que nos sirven y protegen a todos en estas crisis; que generalmente el concepto de patria la asocian a los triunfos de las selecciones de Fútbol o Tenis, y que por último, miran por encima del hombro toda experiencia u orientación de conductas cívicas que les comentamos los más viejos, me doy cuenta, que existe en ellos una gran falla conductual ciudadana, generada por errores formativos nuestros, que les contamos otro tipos de historias arregladas y tecnologías en cosas superfluas, las que ahora, por sus exagerados usos o mal uso, nos separa de ellos, porque no les enseñamos a ser verdaderos chilenos, ciudadanos de una tierra de muchas tragedias, con terremotos, incendios forestales, sequias, tsunamis, y ahora también con virus, en la cual, todos los coterráneos debemos estar siempre preparados para enfrentar con sacrificio, constancia y disciplina todos ellos.

Pero como la esperanza es lo último que se pierde, escribo esto, porque aún veo posible solucionar esta falla en el futuro próximo de nuestros nuevos ciudadanos, el que lamentablemente va ser más duro y pesado que ahora para ellos, debido a todas las secuelas que esta pandemia; impensada para muchos, nos va a dejar para los próximos años. No solo emocionales, para muchos y por siempre, como para los que han perdido un familiar, sino que también, por los daños en lo económico, en lo social y en los conceptos básicos de la convivencia comunal y nacional que hasta ahora nos deja. Y todo esto por culpa de la gran falta de conciencia cívica, fraternal, y solidaria que nosotros, los más adultos no les trasmitimos oportunamente por ocultar nuestros fracasos de convivencia que hasta hoy nos hacen daño.

Yo les deseo lo mejor de la vida a los futuros mandamases de mi querido país. Ojalá ellos, después de esta crisis sanitaria mundial saquen razonables y buenas lecciones para redirigir la brújula nacional hacia otros nortes, donde lo primordial no sea la industria bélica, ni las tecnologías que sigan hundiendo a los seres humanos en el ocio, la incomunicación, y en la irreflexión. Por eso, hoy les pido a todos los más jóvenes, de corazón, que hagan ahora un último esfuerzo para salvar la poca vida que les queda a los más viejos de este país enfrentados a esta epidemia, suplicándoles encarecidamente que se comprometan a respetar las actuales conductas que reclama el Estado para salir de esta pandemia.. Por favor, jóvenes, quédense en casa.

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