Por Viviana Muñoz, Coordinadora de Programa
Familias de Fundación San Carlos de Maipo.
El encierro en familia ya es una realidad en varias partes de Chile, hecho que hace aparecer un sinfín de incertidumbres: ¿cuánto durará? ¿cuánto nos afectará? ¿Cómo poder sobrellevarlo? Al respecto, como Fundación San Carlos de Maipo, que trabaja en el desarrollo positivo de la infancia, nos gustaría compartir algunos de los aprendizajes que nos dejan los programas preventivos de parentalidad que implementamos con la ayuda de universidades y centros de investigación internacionales.
Lo primero es ajustar expectativas, sin duda esta etapa será muy distinta para cada uno de nosotros. Estamos en una situación excepcional, donde la prioridad es estar lo más seguros posibles. No es momento de priorizar sacar las mejores notas, aprender una nueva habilidad, mantener nuestro peso, entre otras ideas que circulan y presionan.
Posiblemente un día tampoco será igual al siguiente, y es importante que como familia escuchemos y validemos esas emociones. ¿A qué nos referimos con esto? Escucharnos atentamente es dejar por un momento computadores y teléfonos, hablar y escuchar, mientras nos miramos a los ojos y estamos en una posición abierta de escuchar a todas y todos, desde la persona más pequeña de la casa, hasta quien tiene más años sobre el cuerpo. Escuchar temores, alegrías del día, ansiedades, todo es bienvenido. Y luego validar, que se refiere a que aunque yo no estoy sintiendo lo mismo, puedo entender que para ti sea así y no forzaré a cambiarlo. Si estás triste hoy, no responderé “no estés triste, esto pasará” ni te obligaré a estar de buen ánimo, sino que estaré para apoyarte, poder proponer algo o dar un consejo, y estar dispuesto a que no lo quieras tomar.
Para lo anterior podemos crear reuniones familiares, con la periodicidad y formato que cada familia elija. Como Fundación San Carlos de Maipo proponemos el encontrarnos para compartir, pero también para resolver potenciales conflictos, como la distribución de las tareas dentro del hogar. No esperemos que explote un conflicto o que alguno de nuestros familiares comience a sentirse reiterativamente mal para conversar. Prevengamos como equipo, para que al menos dentro de nuestros hogares dejemos de llegar tarde.