Por: Bernardo Morales Catalán, Decano Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Central de Chile.
El 15 de octubre del presente año se marcó un hito en materia de acceso a la salud en Chile. Este día se dio a conocer la primera Farmacia Popular, bajo el alero de la municipalidad de Recoleta, que ofrece a sus vecinos residentes, con receta al día y que cumplan ciertos requisitos administrativos, medicamentos al costo.
Chilenos y chilenas, de todo el espectro económico y social, se sintieron engañados, al quedar en evidencia como la industria abulta el valor de los remedios; mientras que farmacias tanto independientes como de cadenas, vieron una amenaza en este modelo cooperativo, que había sido dejado en los cajones del olvido por el sistema de mercado.
Mientras el ministerio de Salud aplaude la iniciativa, debería dejar de dormir en el Congreso el proyecto de ley que pretende regular los medicamentos bioequivalentes genéricos y evitar la integración vertical de laboratorios y farmacias, abriendo la venta directa del Cenabast a farmacias independientes y de barrios, tal cual como se hizo con el municipio de Recoleta.
En definitiva, lo que se debe buscar es generar políticas que garanticen el acceso a los medicamentos a la población, que incluyan – por qué no – un mecanismo para monitorear y establecer un control sobre los precios de mercado. Porque el mercado, definitivamente ya comprobado, no todo lo regula en aras del bien común. Más bien se puede convertir en un monstruo grande que pisa fuerte, especialmente la salud de los más débiles.