Por Daniel Zamorano Vargas, Kinesiólogo, Dip. en GestiónPública para el Desarrollo Territorial, Dip en Liderazgo Social Ex Gobernador de Los Andes
Bastantes son los años que ha vivido nuestra comuna de Los Andes, la que nos acoge con su tranquilidad, preciosos paisajes y con una amabilidad que se valoran en el mundo actual. Todas y todos los hijos de esta tierra debemos celebrar, y ser conscientes, de que vivir en una ciudad conectada, cada vez más moderna, con actividades productivas variopintas, como la minería, la agricultura y el turismo es todo un privilegio que debemos defender y proyectar.
Una ciudad de historia singular donde cruzó hace 200 años la gesta libertadora de nuestra patria, donde habitaron protegidos por el Cerro Quicalcura (piedras paradas), hoy Cerro de la Virgen, pueblos indígenas únicos parte de la Cultura Aconcagua y que tiene como sello el mantener una conexión permanente con la hermana República Argentina, todo esto combinado con una intensa chilenidad y cercanía con la capital del país. Sin duda alguna un lugar único en Chile.
Es Los Andes entonces un buen lugar donde vivir y desarrollarse, donde sentar raíces y bregar por lo que cada uno y cada una quiere para su destino y el de su familia.
Por todo lo anterior, el deber de quienes conducen sus destinos, y de todos los que somos ciudadanos más que solo consumidores, es seguir el camino de lo bueno y emendar los errores para construir una ciudad en la que queramos vivir y de la que nos sintamos orgullosamente parte.
Nuestra comuna, a pesar de sus años, sigue viva y creciendo, buscando entregar más y mejores servicios y oportunidades a sus habitantes y en ese proceso todos podemos aportar algo, esperando, a la vez, recibir los frutos de este progreso. Lo correcto es que el crecimiento y los beneficios de vivir en Los Andes sean para todos los andinos y andinas por igual, a los que viven en el valle, en los sectores precordilleranos y junto al río Aconcagua, no solo para los que viven en su centro geográfico o pertenecen a algún grupo privilegiado.
Es en este ámbito donde quizá está el desafío crucial que tiene nuestra antigua, pero joven, ciudad, crecer de manera sustentable, armónica y planificada, que no exista un Los Andes para unos y otros, si no que todos podamos disfrutar de esta maravillosa ciudad en igualdad de accesos y oportunidades. Que nadie se sienta olvidado o discriminado, y que sea el fruto de nuestro trabajo y esmero nuestro bienestar y no resultado de otros factores de desigualdad urbana o social.
Se avecinan muchos proyectos de infraestructura y se debaten muchas ideas de descentralización, pero no se debe olvidar que lo primero por hacer es mejorar el día a día de los andinos y andinas, reparando las calles, veredas, luminarias y ordenando el tránsito, entre otras cosas, arreglos o mejoras que imperativamente deben ser realizados consultando a los ciudadanos de la ciudad.
Hoy, que celebramos, es un buen momento para valorar lo que tenemos, soñar con que se puede más y esperar que nuestra ciudad siga en buena ruta, para que la disfrutemos todos y todas por igual y sea cada día más justa, integrada, equitativa y solidaria para con todos sus hijos e hijas.
